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Isabel Kamiya, la primera técnica en electrónica, radio y televisión

Cuando empecé esta entrevista por chat con Isabel Kamiya, ella me relató la historia de su familia. Recopilé todos los datos, que eran demasiados, por lo que decidí hacer un artículo aparte sobre ella. Todo giraba sobre su familia y al final haría uno sobre ella, pensé que sería muy fácil. Lo que encontré fue que si la historia familiar fue interesante, la de ella también lo era y con muchas sorpresas, pero muy complicada, teniendo en cuenta que mucho de lo que me contó no se podría hacer público; cosas demasiado personales, otras iban a remover historias pasadas que a estas alturas, mejor dejarlas ahí, el tiempo las arreglará o quizás kamisama (Dios) con su justicia divina.

Su nombre es Isabel, nació en la Maternidad de Lima (de emergencia), la obstetra le preguntó a su mamá qué nombre le pondría y ella le contestó con una pregunta— ¿cómo se llama usted?, así que de ahí vino su nombre, me dice que tuvo mucha suerte, imagínate si se llamaba de otra forma. Sus padres la llamaban por su nombre en japonés, Sakae, sus hermanos la han llamado siempre “chola”, por los demás, siempre se refieren a ella como Isabel, pero el detalle de todo era que a su mamá le preguntaron por su nombre y así fue que la inscribieron, como Isabel Chinen, mientras observa que sus demás hermanos se inscribieron como Kamiya Kamiya, sin el apellido de mamá.

Ella estudió los primeros años en un nihon gako (colegio japonés), que en realidad había creado su papá para ella y sus hermanos, en el cual se fueron sumando algunos paisanos. Luego tuvo que ingresar al “colegio peruano”, lo que fue chocante para ellos, sabían muchas matemáticas, pero en los otros cursos estaban en desventaja, hizo sus estudios en la Gran Unidad Escolar Juana Alarco de Dammert, ahí culminó su secundaria. Resultó que Isabel no era tan “tranquilita” como parecía al principio, muchas anécdotas de niños además de las del colegio, con su primer encontrón con la profesora en el primer día. Era evidente que los japoneses y sus hijos fueron abusados de distintas formas, en realidad el bullying ya existía, solo que ahora se le puso un nombre en inglés.

Es por eso que entre sus relatos nos hablaba del sensei Nagata, que en realidad era un experto en artes marciales, nos dice que en una ocasión mató de un solo golpe a un burro, el problema vino después, quisieron encarcelarlo por eso; fue él quien le enseñó karate a su nesan (hermana mayor) Julia Kazue, alta y fornida. Algunos trucos le podrían servir para defenderse en el patio del gako (colegio). Plantó un maderón donde se practicaba cómo golpear, allí enseñaba karate, tenía varios alumnos y todos los hermanos veían atentamente las clases. Un día les dijo que las manos eran un arma mortal y les enseñó a usarlas. Eran muy chicos, tenían que caminar solos, había muchos abusos, la ley de la calle es del más fuerte y ellos no sabían defenderse. De niña su papá le hizo una honda, tenía la forma de Y, era para que se pudiera defender, especialmente de los que le echaban agua durante los carnavales.

Cuenta que una vez se defendió a hondazo limpio, tenía una gran puntería, nunca se metieron con ella, su hermano Santiago siempre le recuerda que ella desde su infancia hasta los 15 años andaba con su honda, ella replica que fue hasta los 9 años. Su papá se daba el trabajo de guardar aquellos huevos de patos, aquellos que no salieron patitos, a los que le llamaba güero, pero esos al reventar “apestaban a los mil diablos”; esos lo usaban para defenderse de los que les tiraban globos y querían pintarlos.

En Venegas (un lugar en el distrito limeño de Barranco), al final había una lechería, de modo que pasaba un camión que cargaba esos recipientes, las “lecheras”. Sobre el camión iban unos muchachos que iban tirando los restos de estos, así que cuando veían a Isabel y sus hermanos por el camino, le tiraban los restos de la leche. Un día el sensei esperó el camión, lo vio y lo detuvo, de un tirón le arrancó la puerta del camión y le dijo al chofer que así le iba a quedar el brazo si llevaba a esos chicos sobre el camión. Luego, en un momento se encontraron en el camino con esos mismos muchachos, su nesan agarró al más grande, lo giró y lo puso de espalda y lo estrelló contra la pared, los demás se arrinconaron a su lado y se quedaron llorando, nunca más lo volvieron a ver. Si bien es cierto que la violencia genera violencia, llega un momento que uno debe defenderse para no seguir siendo abusado.

Recuerda particularmente unas vacaciones escolares, antes de empezar el tercero de secundaria, en casa habían comprado una máquina de escribir, así que mamá la mandó a estudiar mecanografía y taquigrafía en Las Escuelas Americanas. ¿A quién se le ocurre mandar a estudiar en vacaciones? Es que mamá quería que su hija escriba correctamente con máquina de escribir. Al regresar de vacaciones, vinieron las composiciones y exponer delante de todos lo productivo que habían hecho en su descanso, “así que me lucí”, me dice, “nadie había hecho algo como lo mío”. Renegó todas las vacaciones, pero con el tiempo se sintió agradecida con ella que siempre quiso que aprendiera algo más.

Al terminar la secundaria, Isabel estudió una carrera técnica en el Instituto Aerotécnico Automotriz, este se encontraba en la calle Canta, a la espalda de la Av. Iquitos, en La Victoria, donde se graduó en Electrónica, Radio y Televisión en 1967. En esa oportunidad, dos mujeres se graduaban en carreras distintas del instituto, este hecho llamó la atención de muchos, hasta los medios de comunicación; ese día, en la graduación, se enteró que era la primera mujer en obtener un título técnico de Electrónica, Radio y Televisión, por lo que, al día siguiente, estaba en los periódicos. Fue nombrada como instructora, de modo que trabajó varios años en el mismo instituto.

Mientras tanto, al estar en el instituto, estudió tres años de fotografía en la Escuela Nacional de Artes Gráficas, donde se dio cuenta que eso sí era lo suyo. Le gustaba mucho la fotografía, es por eso que, con la ayuda de su padre, luego de terminar, a los 25 años tuvo su Estudio Fotográfico en el Jr. Tiravanti en Barranco. Como recuerdo del tiempo en el instituto, un día le contó a su papá que el director del Instituto Aerotécnico le invitaba mucho a comer, su papá le hizo una pregunta, que si iban los dos solos, le respondió que siempre lo hacía con su hijo, su papá que se las sabía todas le dijo “te están haciendo el bajo con su hijo”, Isabel me dice: “yo con mis 23 años, era bien lentita, pero solo en eso”.

En el estudio fotográfico fue desarrollando todo lo que había aprendido, su nesan Julia Kazue le ayudó, primero con la atención al público, luego tomando fotografías. Se volvió una experta, mientras Isabel se dedicaba al laboratorio, preparando los químicos, haciendo el revelado, retocado, impresión, ampliación y, en general, todo lo relacionado a las fotos. Un día, al inicio, recuerda a una abuelita que fue como cliente, ella le hizo un pedido particular, que quería salir en la foto sin arrugas, ojeras y lunares. Se tomó más de media hora en retocar el negativo, le eliminó la papada y las arrugas del cuello y de pasada le aclaró los ojos, cuando le entregó la foto, se quedó admirada y muy sonriente le dijo: “qué bonita estoy”, pidiéndole varias docenas de la misma foto, incluyendo una ampliación.

Luego, cuando tuvo más confianza, le confesó que esa foto era más bonita que la que tenía en casa y era cuando tenía veinte años, de modo que la recomendó con familiares y conocidos. De esta forma nació el nombre de su negocio “Foto Julissa”, donde todos sabían que iban a tener los ojos claros, como la actriz mexicana Julissa. Isabel se describe como una persona que tiene mucha habilidad en el dibujo y muy buen pulso, le resulta muy fácil el retoque fotográfico, que viene a ser como, ella dice, “una cirugía estética”, yo añadiría que ella ya hacía un Photoshop con las pocas herramientas que tenía.

Tuvo una vez una promoción de la FAP, era un 30 de diciembre, se tuvo que amanecer, hasta le dieron las doce del nuevo año, cuando estaba revelando, empezó el año con buena cantidad de okane (dinero), pero tuvo que descansar dos días, luego se dijo que nunca iba a exponer su salud, menos por el okane. Tuvo momentos increíbles, como cuando se cambió a la libreta electoral de tres cuerpos o a los DNI, fue una locura, todos tenían que cambiarlos, algunas amanecidas de por medio, al haber plazo para cambiarlo. Pero también tenía los clientes habituales, como los que se sacaban algún retrato familiar, los que querían las fotos carnet para el colegio, también entre sus clientes tenía a muchos nikkei que eran vecinos en Barranco.

“En el estudio fotográfico me robaron varias veces, incluso con armas, entraron tres armados, era el año 1982, en lugar de susto, estaba furiosa, mucha rabia contenida, esto me duró varios días, mi cabeza llegó a pensar cosas horribles en cuanto a lo que habría hecho si estaba armada. El otro recuerdo que tengo fue un domingo muy temprano, llegó a mi casa Pedro Munetaka Ganaha”. Yo le pregunto si era el profesor Ganaha, a lo que me responde afirmativamente y sigue con su relato. Le dijo que pasó por su estudio y había visto su puerta violentada, ellos fueron inmediatamente. “A pesar del robo, recuerdo con mucho cariño ese detalle de nobleza de Pedrito, él pasó por ahí y se regresó para avisarme, me habían robado la máquina de galería. Los robos siempre existieron, solo que ahora los vemos por la televisión”.

Luego que falleció su mamá, sucedieron muchas cosas, personas que se acercaron a su papá, los cuales tenían otros intereses, lo animaron a vender una parte del terreno, en lo que fue estafado, hasta ahora está viendo esos líos. Ella reflexiona que su papá no se mereció morir de esa forma, todos estaban independizados, no le faltaba nada, pero piensa que pudo disfrutar de todo lo que tenía y no fue así, además por su carácter, ayudaba a muchas personas, les prestaba okane, pero no le devolvían, incluso fue garante en tanomoshi (juntas o pandero), que finalmente terminó pagando, debido a que a los que garantizó no hicieron honor a lo comprometido. Incluso estando todavía su mamá, en una ocasión ella hizo una larga lista de las personas que les debían y nunca le pagaron. En Nihon (Japón) tenía la casa de sus padres, los cuales fallecieron en la guerra, cuando su mamá fue de visita, les dijo a los sobrinos que la ocupaban que se podían quedar con ella, que ese era el deseo de su esposo, además ese sigue siendo el pensamiento de todos los hermanos.

Falleció el 24 de setiembre de 1984 a los 76 años, el momento que murió su papá fue duro, pero ella asumió el control, estaba con su nesan Julia Kazue. Isabel vistió a su papá, lo hizo porque ella tenía la tranquilidad para hacerlo; sus hermanos trabajando en provincia, pero no se les podía ubicar y las otras hermanas en el extranjero. Hizo todos los trámites sola, recuerda con nostalgia que no pidió ayuda a nadie, había tenido una buena campaña en el estudio por el cambio de la Libreta Electoral a la de tres cuerpos, estaba en capacidad de hacerlo. Se hizo en privado, en ello primó que su papá siempre le dijo que después de muerto, ya nada importaba, que todas las cosas eran en vida. Le realizó en casa las misas hasta los 49 días, finalmente me dice que las personas no respondieron tan igual como él caminó para cada funeral, sukó (misa en el butsudan), visita de enfermos. A estas alturas reflexiono que muchas cosas que hicieron nuestros padres y abuelos, acompañando con solidaridad a parientes y amigos, en momentos difíciles, no fueron retribuidas.

En el año 2011 a su nesan Julia Kazue le dio un derrame, su lado derecho se debilitó, al ser diabética, tenía que aplicarle insulina tres veces al día, por lo que al año siguiente tuvieron que cerrar, de esa manera pasó a dedicarle mayor tiempo a su hermana, la que cuando falleció su mamá, asumió el cuidado de todos en casa, además la acompañó durante todo el tiempo en el estudio fotográfico.

En un momento dado su nesan se fracturó la cadera, lo tomó con serenidad, la llevó a atenderla, se encargó de ella y después les dijo a sus hermanos. Tiene la cualidad de mostrarse serena en momentos difíciles, prefirió no decir nada a su hermano al que podía acudir, pero es muy nervioso, ella se recuperó muy rápido, luego de muchas terapias, logró caminar sola. Ese mismo año, en enero, de madrugada, a su nesan le dio un cólico terrible por obstrucción intestinal, se quedó cuatro días en emergencia, después avisó a sus hermanos.

Hace muy poco falleció ella, el 1 de marzo de 2020, ya estaba muy débil, no podía comer, estaba en casa, ese día era día primero, pasó a verla a su habitación y no se había levantado, ella siempre lo hacía a las 6 am, se dirigió al jardín a cortar flores para colocarlas al butsudan, al regresar la vio con los ojos abiertos, pero no hablaba, ya estaba muy débil, sentía que el final estaba cerca, solo le apretó las manos, dicen que primero se pierde la visión, luego el habla y al final dejan de escuchar. Me cuenta lo afortunada que es, en respuesta a que le digo que tengo un interés un poco morboso de saber si ella se despidió, le cuento que siento un vacío porque mis padres, ninguno de los dos lo hizo y es algo que siempre lo llevo en mi mente. Prosigue diciéndome que ya había pasado por su dormitorio, a la 1 am se había quedado dormida Isabel viendo televisión, se lo dijo y su nesan le respondió que por eso ya no veía televisión, porque igual se quedaba dormida, le ayudó a bajarse de la cama y sentarla en el inodoro portátil que tenían en su habitación y la abrazó para volverla a la cama. En ese instante le dijo que ya no iba a poder bajarse de la cama, por lo que le respondió que tendrían que cambiarla a la otra habitación donde tenían una cama clínica.

Me dice “la pude abrazar en vida y conversamos”. Luego, horas más tarde, cuando ya no podía hablar, le tomó las manos, le preguntó si escuchaba y le apretó la mano, le midió la presión, estaba igual que el día anterior, muy baja, le dijo que no tuviera miedo, le habló, se fue tranquila, al ver que ya no respiraba, le siguió hablando, sabía que todavía estaba ahí, le cerró los ojos y recién luego dio aviso a su hermano. Estos momentos hicieron que vinieran a mi memoria cuando mi mamá falleció, ella entró en un estado de inconsciencia, una especie de coma del que nunca iba a despertar, nos dijeron que solo teníamos que esperar, pareciera que ella esperó que estuviera mi hermana y yo (son coincidencias o cosas que quisiéramos creer), porque mi hermana mayor estaba en Nihon, estuvimos ahí hasta que, de repente, al estar conectada a un respirador, su pecho ya no se movía, el aparato que monitoreaba su corazón era solo una línea y sonó una alarma. Pienso en lo que me dijo Isabel, que lo último que dejan de hacer es escuchar, pienso que debería haberle hablado en ese momento.

Pido las disculpas del caso, no soy escritor ni periodista, me desvío mucho de los temas para llegar otra vez al punto, pero no podía dejar de expresar lo que siento cuando escribo o escucho los relatos y quiero que los que me leen, también se rían a carcajada limpia o quizás derramen una lágrima como yo lo hago ahora, lo malo es que se torna muy frecuente el llorar por cualquier motivo.

Isabel se considera muy independiente, no consulta con nadie lo que va hacer, solo lo hace. Es por eso que se dedicó a todos los problemas legales que tuvieron, tanto los arreglos de los papeles que estaban mal inscritos de cada uno de sus hermanos, incluso en la propiedad, un largo camino que sigue hasta ahora. A lo largo de toda la conversación, tengo tanta confianza con ella, que me animo a preguntar, porque me sorprende, ¿por qué no se casó? Ella me dice “tuve varios enamorados, varios pretendientes, pero creo que siempre me enamoraba con la cabeza, seguro si lo hubiese hecho con el corazón, lo habría hecho, además que estaba acostumbrada a hacer lo que yo quería, sin dar cuentas a nadie”. De seguro que en todo caso lo que habría ocurrido sería que habría tenido tantos matrimonios como divorcios por su carácter tan independiente.

Queda pendiente un artículo en el que trataré sobre los trámites que hicieron todos los nikkei, por papeles mal inscritos, que en el caso de la familia Kamiya es un típico caso de muchos de la colonia, incluyendo al de mi familia.

 

© 2020 Roberto Oshiro Teruya

fotografía Isabel Kamiya Perú
Acerca del Autor

Roberto Oshiro Teruya es peruano de 53 años, de tercera generación (sansei); las familias de sus padres, Seijo Oshiro y Shizue Teruya, procedían de Tomigusuku y Yonabaru, respectivamente, ambos en Okinawa. Reside en Lima, la capital del Perú, y se dedica al comercio, en un local de venta de ropa en el centro de la ciudad. Está casado con la señora Jenny Nakasone y tienen dos hijos, Mayumi (23) y Akio (14). Su interés es seguir conservando las costumbres inculcadas por sus abuelos, como la comida, el butsudan y que sus hijos las sigan conservando.

Última actualización en junho de 2017

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