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La esperanza en el AELU

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Hermosa vista de la Avenida La Mar hasta Lincoln. Jardines y parqueo de autos.

Pensar en el año 1953 es estar al inicio de los 69 años que este año cumple el Estadio La Unión o AELU como se le conoce. Yo tenía trece años y vivía en la ciudad de Jauja. Recuerdo que cada cierto tiempo llegaban dos oyisanes desde Lima con un talón de recibos, con el fin de recolectar dinero para el pago que se tenía que hacer del futuro AELU. La mayoría de los adultos por aquellos años eran del Japón, inmigrantes que sin saber el idioma llegaron y trabajaban por sus hijos nikkeis. Muchos de ellos fallecían a temprana edad por su salud, el estado económico o la Segunda Guerra Mundial que se vivía por esos años en el país. En la ciudad de Jauja de aquellos años vivían unas veinticinco familias y ocho jóvenes que, sin duda, sufrían de tuberculosis. Los dos oyisanes se iban contentos por la colaboración de la colonia japonesa de Jauja.

Hoy en día, tal vez ya no se encuentren oyisanes inmigrantes, solo sus descendientes de aquellas familias que nos dejaron un hermoso recuerdo. El AELU. Y muchos de aquellos descendientes pensamos que podemos hacer el mismo trabajo que hicieron nuestros padres. Comprar un terreno lo más cercano al AELU y construir una Casa de Reposo moderna y administrada por los miembros de nuestra colonia japonesa.

La ventaja de tener cerca al AELU es la gran actividad que se desarrolla dentro de su Campo Deportivo y el Colegio La Unión, que le da actividad escolar durante los días de la semana de clases. De lunes a viernes, las instalaciones deportivas son usadas normalmente por deportistas de la tercera edad o personas jubiladas y, tanto en sus pasadizos, locales deportivos, centros de recreación y restaurantes como kioscos y cafeterías al paso que lucen durante la semana, son el lugar de unión y encuentro de las personas de la tercera edad. “El encuentro de todas las generaciones”.

Al entrar en actividad y teniendo a los nietos en el colegio La Unión, bien pueden los abuelos encontrarse con sus nietos en el Estadio o los nietos visitarlos en la Casa de Reposo. Y los sábados, domingos y feriados bien pueden los hijos que trabajan en sus negocios o en sus citas profesionales, visitarlos o encontrarse con sus padres en el AELU, después de sus horas deportivas en las diferentes instituciones que nos llenan de orgullo por tantos años de actividades deportivas.

Estos últimos años en que la edad avanzada es el símbolo de llegar tranquilamente a los cien años, se hace presente en la mente las casas de reposo que hay por toda la ciudad. Dentro de la colonia ya no se estila que el hijo mayor se encargue de tener a sus ancianos padres. Pocas familias lo hacen todavía. Pero muchos padres pensamos que los hijos al casarse ya tienen otros compromisos y ellos tienen que ver por su futuro. La soledad es chocante en nuestra tercera edad y muchos, con las dolencias de los años, nos refugiamos en donde hemos vivido los últimos años, cerca de nuestros lugares de trabajo.

Y en muchos casos la suerte nos acompaña. Los que viven cerca al local de la Asociación Peruano Japonesa o APJ, en el distrito de Jesús María, o cerca del local institucional de la Asociación Okinawense del Perú, en el distrito de Ate. O el local institucional de Emmanuel, en el distrito de Ventanilla. Todos ellos, al igual que nuestro querido AELU, representan el lugar adecuado para pasar una vejez en compañía de familiares y amigos.

En el camino transitado por el cual hoy muchos de la tercera edad vivimos alejados o escondidos por distintos motivos, la esperanza es una sola: terminar la vida con la tranquilidad que lo hemos vivido y llenar de amigos los ratos que aún nos quedan en nuestro corto camino. Si nuestros abuelos y padres nos dejaron instituciones a lo largo del camino, somos nosotros los que tenemos que seguir por esa ruta de colaboración y dejar como huellas todo bien común en beneficio de aquellos que más lo necesitan.

Noches Espectaculares del AELU.

Hoy llegar a los ochenta años es un salto premiado como la esperanza de volver a vivir. Época alegre con pergaminos que nos agitan el cuerpo y vana memoria que nos obliga a preguntar a los amigos el cómo apellida la persona que se nos acerca a saludarnos. El vernos continuamente es una gran alegría que, poco a poco, nos delata el bien que nuestro cerebro trabaja. Y la tranquilidad que nos representa el AELU en estos momentos es sanamente la esperanza que no podemos encontrar en los parques y lugares públicos.

Siempre pensamos en nuestra feliz infancia cada vez que el Colegio La Unión se encuentra en actividad. Corremos como quien dice –tú no me alcanzas– o simplemente miramos la llegada de nuestros nietos y nos decimos. “Bendito el colegio que hoy nos obliga a juntarnos”.

El fútbol siempre fue el deporte que nos embriagó desde temprana edad. Los campos deportivos surgían en cada tarde que la pelota de trapo volvía a nuestros sueños, y ahí sí que la esperanza era llevarse el triunfo. Los desolados parajes eran nuestras canchas de fútbol y un par de piedras simbolizaban el arco tenue que no podíamos tocar. La lluvia, en el caso mío, representaba el bullicio de un público que jamás se decepcionó de nuestro juego.

Hoy los niños en el AELU muestran toda su vitalidad. Su precioso uniforme, sus zapatos de marca, el tenor de un balón y un campo con sus signos pintados y el bullicio de una tribuna que se llena de gritos y sonrisas. La tarde, aquella que siempre marcó el pergamino de un gol, suele muchas veces volver a mis gratos recuerdos.

El año que viene se cumplen los 70 años del AELU, toda una vida. La mía marcará 83 años y al comentar con mis amigos la esperanza que nos da el AELU damos positivas respuestas. Nuestros padres, con lo poco que tenían, nos dieron el gran ejemplo de la solidaridad. Hoy en día el nikkei es empresario, profesional y con un mejor estatus de vida. Abrigamos la esperanza de dejar a las generaciones venideras la razón total de llegar a una tercera edad que bien valga la pena disfrutar en compañía y cerca de nuestro campo deportivo.

La esperanza siempre estará escrita en un tono deportivo. No todos llegamos con suerte al final del camino. Pero sí entendemos que lo frágil de la vida es la amistad que siempre prevalecerá en el AELU.

Lugar de descanso del TENIS AELU. Almuerzo de veteranos del TENIS.

 

© 2022 Luis Iguchi Iguchi

Perú
Acerca del Autor

Luis Iguchi Iguchi nació en Lima, en 1940. Fue colaborador de los diarios Perú Shimpo y Prensa Nikkei. También colaboró con las revistas Nikko, Superación, Puente y El Nisei. Fue presidente fundador del Club Nisei Jauja en 1958 y miembro fundador de la Compañía de Bomberos Jauja N° 1 en 1959. Falleció el 7 de noviembre de 2023.

Última actualización en diciembre de 2023

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