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Jauja: Volver a mi pasado

Aeropuerto FRANCISCO CARLE de JAUJA. PERU.

Miércoles 23 de marzo del 2022. Por primera vez llegué a Jauja en avión desde la ciudad de Lima, el tiempo de viaje fue de tan solo 35 minutos y no sentimos el famoso soroche ni el malestar del cuerpo que se siente cuando uno viaja por tierra. Mi grupo era de cinco personas. Tres damas y dos caballeros. Todas personas de la tercera edad.

El señor Alejandro Nakao y su esposa Ana Minami, las señoras Paulina Goya, Bertha Matzumoto y yo. Llegamos al aeropuerto Francisco Carlé de la ciudad de Jauja. Primera vez que aterrizaba en su pista y, emocionado, recordé que fui yo uno de los muchos estudiantes que llegaron a su inauguración por el año 1953. Banderita en mano, agitábamos nuestras emociones cuando en el cielo azul salpicado de nubes apareció el avión TAM piloteado por el señor Aliaga, que era tío de un alumno de mi salón de clases del Colegio San José. Tan solo habían pasado 69 años desde la inauguración de dicho aeropuerto.

Interior del Colegio San José. Jauja.

Nunca pensé llegar a Jauja por esa ruta. Siempre lo hacía con mi carro desde los años ochenta y antes de eso con los colectivos que salían de Lima. Siete años atrás nos embarcamos en mi auto Samuel Matsuda, Víctor Ykeda, Juan Kanashiro y yo. Llegamos a La Oroya en cinco horas y dos horas después Jauja nos esperaba.

En 1999, había llegado a Jauja en mi carro acompañado de Luis Maeshiro, Katzuo Asato y Jorge Yano. Llegamos a La Oroya en tres horas y dos horas después llegábamos a Jauja.

Hoy el tráfico por la carretera Central es una larga fila de tráileres, camiones, ómnibus y autos que hacen casi imposible una pronta llegada a la Ciudad de La Oroya, lugar clave para los que van a Jauja, Concepción y Huancayo; los que toman la ruta hacia Tarma, La Merced, San Ramón, Oxapampa; o los que van hacia Cerro de Pasco, Huánuco y Tingo María.

La señora Bertha Matsumoto, mi tía, me sugirió viajar en avión, y lo hicimos con la pena de dejar mi carro y hacer la estadía con vehículos alquilados en Jauja y sus alrededores. Pero todo salió okey. Estos últimos siete años, Jauja ha progresado comercialmente, mi barrio Huarancayo, en donde se ubica la estación del tren y el lugar donde el tío Benito tenía su chalet. Hoy representa la zona comercial con más movimiento y, estando cerca del aeropuerto, la llegada se hace bien fácil.

Solo extraño el sonoro pito del Ferrocarril Central del Perú. Y recuerdo que en los años cincuenta diariamente llegaba a Jauja el tren de pasajeros, el tren de carga y varios vagones que hacían la ruta de La Oroya, Jauja y Huancayo. Otros tiempos sin duda. Pero ¿no es cierto que los trenes en todas partes del mundo están acelerando el desarrollo de los países? Y llevando consigo el progreso, la seguridad y cuidando el medio ambiente.

Hoy, al acercarme a la abandonada estación del tren, mis recuerdos se convirtieron en nostalgias. Cómo era posible que los rieles de sublimes viajes acabaran sucios y olvidados. Simplemente el abandono ha terminado con la esperanza, el desarrollo y el futuro de un país.

Antigua Estación del tren en la ciudad de Jauja.

Jauja ha cambiado desde los años sesenta cuando yo, con 20 años, y en el viaje nocturno del Sudamericano, sacaba el pañuelo y escondía mis lágrimas. Hoy, el Restaurante Ricardo Palma, la Embotelladora de la bebida Inka Kola y el Chalet del tío Benito no existen, por dar un ejemplo. El Cine Colonial, la Plaza de Toros “Talavera de la Reyna” y muchos lugares de mi época han desaparecido. El desarrollo es el nuevo progreso de una ciudad piloteada por sus nuevas generaciones.

Municipalidad de Jauja.

Pero Jauja será en la historia de mi vida. Aquel lugar en mi memoria, mi visión y mis recuerdos, el mismo refugio de mi niñez y juventud. Y volveré cuantas veces pueda a conseguir y encontrar un amigo en el camino, o una lápida con el nombre de mis recordados compañeros. La Escuela 501, el Colegio San José, el Club Nisei Jauja, la Compañía de Bomberos, los kioskos verdes en la Plaza Principal del señor Pánfilo Cáceres, la glorieta, los tres chalets frente a la estación del tren, el local del Club Los Andes de la Colonia Japonesa en el Jirón Grau, junto a la relojería del señor Nobuo Taniguchi. El estadio de fútbol Junín… o simplemente dar mis pasos, con unas rosas en mis manos y encontrar entre el sol y la lluvia, entre la alegría y los festejos, entre los días ya vividos y los años que se fueron, el lugar eterno de un vistoso camposanto con lápidas en el momento preciso de vivir un buen recuerdo.

La visita con mis amigos llegados de Lima fue la alegría pintada en sus rostros. Bajamos del avión como si estuviéramos en la capital y lo pasamos bien de salud y sin ningún malestar. Llegar a la laguna de Paca en una tarde soleada y navegar por sus aguas cantando el huayno “Jauja” del amigo Juan Bolívar era recordar pasajes de mi infancia y juventud.

Iglesia Cristo Pobre. Ciudad de Jauja.

Al día siguiente, fuimos a conocer el cementerio para mis amigos, y el primer lugar del camposanto fue el nicho de la señora Amelia Nakagawa. Falleció el 20 de mayo de 1947, recuerdo de su esposo e hijos. Mamá de Marcos Toshi Nakagawa Ito, a quien cariñosamente llamo “Mi hermano” con el que vivImos juntos en la casa del señor Benito Araki y su esposa Maximina Miyada por espacio de ocho años, desde 1948 a 1956. Hoy, Toshi radica en la ciudad de Orlando, Florida, en Estados Unidos.

Mi siguiente visita fue el nicho del señor Jinso Takauchi. Falleció el 28 de febrero de 1955. Yo estaba por cumplir 15 años y fue la pérdida de mi “abuelo” en vida; Ojisan Jinso, cada vez que la tía Maximina me votaba porque era el más malcriado de los nisei de entonces en Jauja. Jinso san, cuando la tía se iba en las tardes a la casa a descansar, me hacía pasar al restaurante y comía hasta llenarme con leche asada y todo. Tiempo después, si se enfermaba, iba yo con la porta vianda llevándole la comida, y siempre lo encontraba en su cama tejiendo medias. Como tenía un familiar en Lima, aquel familiar le enviaba cajones de juguetes que importaban del Japón. Takeuchi san, que así lo llamaban, me dejaba jugar con dichos juguetes que eran a base de cuerdas y, al darle muchas, se rompían. Eran los primeros juguetes baratos Made In Japan. Son las dos personas con las que siempre que llego al Cementerio de Jauja comienzo mi visita.

Criadero de Truchas Ingenio. Concepción. Bertha Matsumoto, Paulina Goya y Alejandro Nakao.

Una hora después, partíamos al Pueblo de Ingenio, el criadero de truchas en la ciudad de Concepción. El almuerzo y la tarde fueron el paseo al lugar predilecto de mis viajes a la ciudad de Jauja. Los amigos del tenis en viajes anteriores y esta vez con personas de la tercera edad.

El tercer día, mis amigos viajaron a la ciudad de Huancayo, mientras yo seguía visitando los nichos en el cementerio y tomando fotos a sus lápidas. Terminé mi trabajo el sábado a mediodía, luego del almuerzo en el Restaurante Paraíso, llegamos al hotel y fuimos rumbo al aeropuerto. Cuatro y media de la tarde aterrizaba el avión LAN, llegado de Lima, y 40 minutos después, partía de regreso hacia la capital.

Las cinco personas de la tercera edad llegamos a Lima sin ningún problema. Correcta la salud y todos conformes y alegres con la visita a la histórica ciudad de Jauja. El vuelo de vuelta solo duró 35 minutos y todos sin sentir el mal de altura. Mi próxima visita a Jauja será nuevamente en avión.

Muchas gracias, amigas Anita, Paulina y Bertha; y al amigo Alejandro. Fue un viaje que a nuestra edad no pensamos que la íbamos a pasar con muy buena salud. Hasta la próxima, amigos. Jauja nos espera con su pequeño y seguro aeropuerto, y sus lugares que tienen el encanto de una serena laguna, de hermosos paisajes y la tranquilidad y belleza de los pueblos de nuestra sierra.

© 2022 Luis Iguchi Iguchi

Jauja memoria Perú
Acerca del Autor

Luis Iguchi Iguchi nació en Lima, en 1940. Fue colaborador de los diarios Perú Shimpo y Prensa Nikkei. También colaboró con las revistas Nikko, Superación, Puente y El Nisei. Fue presidente fundador del Club Nisei Jauja en 1958 y miembro fundador de la Compañía de Bomberos Jauja N° 1 en 1959. Falleció el 7 de noviembre de 2023.

Última actualización en diciembre de 2023

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