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Sobre los Inomata y los Kingi: la historia de una notable familia

Si alguna vez se concediese algún premio a la saga más extraordinaria de una familia japonesa americana, un contendiente formidable sería el clan Inomata, tal como se revela en el libro Pure Winds, Bright Moon, escrito por Kinji Inomata y como también se revela en documentos suplementarios. Su historia desafía las ideas simples e ingenuas sobre los japoneses americanos, sus vidas y sus interacciones con otros grupos.

La historia de la familia empieza con un niño japonés, llamado Kenji Inomata. Él nació en 1885, en Kashiwazaki, Niigata, Japón, hijo de Tuna Kuga-Inomata y Usuke Inomata. El padre de Kenji falleció repentinamente durante un viaje en 1895, y el niño de diez años fue enviado a trabajar con un tío.

Poco tiempo después, Kenji hizo amistad con un capitán de un barco inglés. Él le enseñó japonés al capitán, y en intercambio el capitán lo instruyó en inglés. Kenji se embarcó como polizón en el barco del capitán, en donde al final halló trabajo como grumete.

Tras navegar en dirección a muchos puertos, en algún punto en el tiempo, circa 1900, el barco de Kenji arribó al puerto de Nueva York. Allí, se tiró del barco, nadó hacia la orilla y se instaló ilegalmente en los Estados Unidos.

Kenji aparentemente pasó los siguientes años en Nueva York. En 1906, se registra que estaba trabajando como mesero y que vivía en la calle Sands, cerca del astillero de Brooklyn. Luego de enterarse de que la Armada de los Estados Unidos estaba en búsqueda de camareros, en diciembre de ese año, Kenji se enroló como ayudante de cocina de tercera clase. El oficial naval de reclutamiento, parece haber revertido su nombre en los documentos y lo registró como Inomata Kingi, el cual de ahí en adelante se convirtió en su nombre oficial.

Durante los siguientes cinco años, Kingi prestó servicio en el U.S.S. Indiana, en donde sus labores lo condujeron a puertos alrededor del mundo (incluido el puerto Said, en Egipto, desde donde hizo una excursión hacia las pirámides). Posteriormente, prestó servicio en los acorazados U.S.S. New Jersey y el U.S.S. Maine y el crucero U.S.S. North Carolina.

En 1916, Kingi fue enviado a la estación aeronáutica de la marina en Pensacola, Florida. Permanecería ahí por 21 años realizando tareas en tierra. Durante esa época, él fue elevado de rango, y obtuvo el puesto de auxiliar de vuelo de un comandante y luego de auxiliar de vuelo oficial de primer grado, y prestó servicio bajo el mando de almirantes y otros comandantes. Por varios años seguidos, él trabajó como auxiliar de vuelo personal para el comandante de la Estación Naval, el capitán Harley Hannibal Christy, un héroe de la Primera Guerra. (En aquellos años, también conoció a Wallis Simpson, la futura Duquesa de Windsor, quien entonces estaba casada con un piloto de la armada).

Durante los años que Kingi permaneció en la Estación Aérea Naval de Pensacola, él vivió en los alrededores. En 1918, contrajo matrimonio con Genevieve Beckham, una sureña nativa de ascendencia negra y blanca (y posiblemente indígena). Su hijo, Albert, fue a vivir con la familia. En los siguientes diez años, la pareja tuvo seis hijos juntos (un séptimo hijo nació años más tarde).

En enero de 1919, Kingi y otro issei veterano de la Primera Guerra Mundial, Kagemichi Sako, solicitaron la ciudadanía estadounidense en la Corte Distrital del Norte de Florida. A pesar de que estaba prohibido obtener la ciudadanía, debido a la Ley de Inmigración de 1790, Kingi y Sako arguyeron por la naturalización en base al Acta Congresal del 9 de mayo de 1918, la cual ofrecía el acceso a la ciudadanía a todos los extranjeros que prestaran servicio en la Armada de los Estados Unidos y que hubiesen sido honrosamente licenciados. (Al no querer arriesgar la ciudadanía de su nueva esposa, quien podía perder la suya por casarse con un extranjero, o para no atraer la hostilidad debido a su matrimonio interracial, Kingi se declaró como soltero en su solicitud). El capitán Christy despachó dos alféreces como testigos a la corte, para que atestigüen que el insignificante oficial Kingi tenía “una insignia con tres bandas de oro”, y era poseedor de un comportamiento militar ejemplar y de un buen carácter moral.

Gracias al apoyo tan grande que le otorgaron los oficiales de la naval, el juez William Bostwick Sheppard le concedió a Kingi y a Sako la ciudadanía. El examinador de naturalización de Nueva Orleans, J.C. Kellett protestó contra el fallo, pero sus objeciones fueron descartadas por el juez Sheppard. (La Corte Suprema de los Estados Unidos subsecuentemente decidió, en el caso Ozawa de 1922, que los japoneses no eran aptos para apelar a la ciudadanía, lo que condujo a que muchos japoneses que se habían naturalizado fueran removidos de los padrones de ciudadanía. La ciudadanía de Kingi, una vez que la adquirió, nunca fue rescindida. Sin embargo, no fue hasta que el congreso promulgó el Acta Lea-Nye de 1935, que los veteranos asiático americanos de la Primera Guerra fueron legalmente aptos para la naturalización).

En 1927, Kingi pasó del servicio activo a la Reserva Naval. Como pareja interracial, la familia se enfrentó a las limitadas posibilidades de empleabilidad y a la hostilidad racial en la Florida de leyes Jim Crow. Mientras que Kingi mantuvo su residencia en Pensacola por propósitos oficiales, la familia se mudó a Los Ángeles en 1928. En un inicio, la familia Kingi se enfrentó al prejuicio de los nikkei residentes, debido a su identidad racial mixta. El propietario de un hotel en Little Tokio, incluso echó a los Kingi (con siete hijos pequeños, el ruido posiblemente también contribuyó al hecho). Eventualmente, ellos compraron una casa cerca a Wrigley Field al centro sur de Los Ángeles.

Durante la primera década tras su llegada a Los Ángeles, los Kingi también vivieron una existencia bastante precaria en cuestiones financieras. Inomata Kingi trabajó un tiempo como valet del cantante y actor Al Jolson, luego estuvo contratado como mayordomo y encargado del bricolaje en un edificio de departamentos. También hizo trabajos raros -el censo de 1930 registra a Kingi como conserje en la oficina de un optometrista.

En 1937, tras su retiro de la armada, Kingi fue contratado como conserje por el Departamento de Agua y Energía de Los Ángeles. Por lo tanto, se convirtió en el primer issei empleado del departamento, el cual era conocido por rehusarse a contratar a asiáticos. Su hijo mayor, Inomata Kingi II encontró un trabajo como ayudante de un mecánico civil en la Base Aérea McCellan. Entre los salarios de ambos, la economía familiar mejoró. Kingi compró una casa más grande en la calle East 43rd a un ranchero mexicano.

A pesar de la hostilidad racial del ambiente, los miembros de la generación más joven trabajaron para poder establecerse dentro de la vida urbana multicultural de Los Ángeles, que incluía también a los japoneses americanos. Cecilia Tase Kingi, la única hija de la familia, fue una estudiante popular de la Secundaria Jefferson, y fue elegida para la selecta Sociedad Ephebian. Sus actividades sociales con el club social nisei Kalifans fueron registrados en la prensa nisei.

En 1939, tras su graduación de la secundaria, Tase contrajo matrimonio con Willis Louie, un saxofonista de jazz de ascendencia china y antillana. Inomata hijo, el hijo mayor de la familia, conoció y se casó con Augustina (Tina) Andrade, una nativa de Bakersfield de origen cubano y de Cabo Verde. Masao Henry Kingi contrajo matrimonio con su enamorada de secundaria, Henrietta (Henny) Dunn, una afroamericana nacida en Chicago. Los tres matrimonios fueron publicados en el Rafu Shimpo.

A inicios de 1942, tras Pearl Harbor y la entrada de los EE.UU. en la Guerra del Pacifico, Inomata Kingi padre, fue despedido de su trabajo por motivos raciales. El alcalde de Los Ángeles, Fletcher Brown presionó a todos los empleados japoneses americanos de la ciudad a solicitar “voluntariamente” un pedido de licencia o a jubilarse como manera de despedirlos sin caer en el entrampamiento del reglamento del servicio civil. Inomata hijo, también fue despedido de su trabajo.

La pérdida de los empleos trajo dificultades a la familia Kingi. Ellos pronto se enfrentarían a un panorama aun más amenazante. A inicios de 1942, una vez que el Ejército de los Estados Unidos emitió las órdenes que excluían a los japoneses americanos de la Costa Oeste, la policía militar le ordenó a Inomata Kingi padre, reportarse ante la estación de control civil para la “evacuación”. Kingi hijo, tomó las medidas para evitar el traslado. Llevó una foto de su padre en uniforme naval y una fotocopia de una carta de recomendación del secretario de la armada, Claude Swanson, y se las enseñó a los oficiales de reubicación, quienes prometieron darle un vistazo para hacer una excepción.

Kingi hijo, mientras tanto, solicitó la ayuda de George W. Burleson, adjunto de la base de la Legión Estadounidense en la avenida Central. Kingi hijo, redactó una carta dirigida al comandante de defensa occidental, John DeWitt, bajo la firma de Burleson, solicitando que la familia Kingi sea exenta de la “evacuación”, debido a sus matrimonios mixtos. Burleson afirmaba que los Kingi vivían como no japoneses y que no eran miembros de la comunidad japonesa. Tal distancia demostraba que no eran una amenaza a la seguridad nacional, como también su capacidad de ejercer trabajos de servicio civil. Una semana después, el asistente adjunto, el general R.P. Bronson, respondió de parte de DeWitt, descartando tales argumentos como absurdos.

Al final, la familia solicitó la exoneración al Departamento de Justicia. En algún momento, a inicios de la primavera de 1942, Kingi y su familia fueron para entrevistarse con los oficiales del Departamento de Justicia en el edificio federal de Los Ángeles (al ver a la familia multiétnica, ¡un oficial del Departamento de Justicia bromeó diciendo que Kingi había traído consigo a la Liga de las Naciones!). La familia le pidió al procurador de los EE.UU., William Fleet Palmer, la exoneración, debido al largo servicio prestado por Kingi en la armada y a su naturalización como ciudadano estadounidense. Con respecto a su solicitud de naturalización, Kingi proporcionó una declaración jurada de Harley Christy, (quien para entonces había sido ascendido al rango de vicealmirante) y de otros oficiales navales.

Tras la audiencia, Kingi fue investigado por el FBI y la Oficina Naval de Inteligencia (ONI). Cuando los agentes de la ONI llegaron a su casa para entrevistarlo, Kingi pensó que él estaba siendo arrestado y se rehusó a cooperar. Los agentes lograron convencerlo de sus buenas intenciones, y él dejó entrar a dos hombres desarmados, quienes lo entrevistaron en su sala de estar.

En abril de 1942, la oficina del procurador de los EE.UU. otorgó la exención, y emitió los permisos para que ellos pudiesen permanecer en la Costa Oeste. La familia Kingi fue, por lo tanto, la única familia japonesa americana de la Costa Oeste que fue eximida. (Palmer había otorgado la exención a otro veterano naval de la Primera Guerra, Nisuke Mitsumori, un tiempo antes, pero DeWitt procedió a anular todas las exenciones existentes en su tercera orden de detención).

Sin embargo, incluso si Inomata Kingi fue exento por el Departamento de Justicia, si el Comando de Defensa Occidental reconocería la exención no quedaba claro, como tampoco lo estaba el status de los hijos Kingi. Al final, a los miembros de la familia se les emitió certificados oficiales (y tarjetas de identificación laminadas) bajo la política de exención del ejército para personas de raza mixta y parejas interraciales – aun si su caso discrepaba con los términos estrictos de las normas. En efecto, a pesar de que el ejército rechazó el argumento de Inomata hijo, y George Burleson, de eximir a la familia, debido a su naturaleza de raza mixta, queda como una pregunta abierta si el argumento quizá pudiese haber conducido a que el ejército desarrollase esta notoria política.

A pesar de que los Kingi fueron exentos de la mudanza masiva de mediados de 1942, los miembros más jóvenes de la familia tuvieron que enfrentarse al hostigamiento en la escuela y a las persecuciones fundamentadas en la raza por las bandas antijaponesas. La familia también experimentó dificultades económicas, hasta que padre e hijo encontraron trabajo como encargados de embarque. En el último año de la guerra, Inomata hijo, se involucró activamente con el Consejo Católico Interracial, para influir en la opinión pública y apoyar a los reclusos de los campos que regresaban a la costa – notablemente la de Esther Takei, cuya admisión al Pasadena City College se vio contrariada por los fanáticos antijaponeses.

Inomata Kingi se jubiló en 1948. En los años posteriores, él vivió con diferentes miembros de la familia. Un documento de 1967 lo registra como residente de Washington D.C. Él murió en 1974, poco tiempo después de que falleciese su esposa.

Los descendientes de Inomata Kingi1 incursionaron en múltiples campos de trabajo. Siguiendo los pasos de su padre, varios miembros de la familia se unieron al ejército, incluso su hijo Masao. Otra área fue la de la performance. El hijo de Masao, Henry Kingi, se convirtió en un legendario doble y actor de Hollywood, y Henry Kingi hijo, también trabajó como doble y asistente de director. Junto con su esposa, Lindsay Wagner (estrella de la serie de televisión de los años setenta, La mujer biónica), Henry Kingi padre, tuvo dos otros hijos, Dorian Kingi y Alexander (Alex) Kingi. Tanto Dorian como Alex se convirtieron en dobles como su padre, y también han trabajado como actores y directores.

Dado que se les eximió de la mudanza masiva, los Kingi fueron inicialmente excluidos de la compensación bajo el Acta de Libertades Civiles de 1988. Sin embargo, varios miembros de la familia hicieron una petición, y finalmente se les otorgó los pagos de compensación. A pesar de haber evitado ir al campo de concentración, la familia (incluso los miembros no japoneses) sufrieron de dificultades económicas y discriminación como resultado de la Orden Ejecutiva 9066. A pesar de sus características únicas, la historia de la familia Kingi se mantiene como una ejemplar narrativa japonesa americana.


Nota:

1. Lea una historia del nieto de Kingi, Ricardo Jiro Kingi, en Descubra a los Nikkei.

 

© 2023 Greg Robinson

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Acerca del Autor

Greg Robinson, nativo de Nueva York, es profesor de historia en la Universidad de Quebec en Montreal , una institución franco-parlante  de Montreal, Canadá. Él es autor de los libros By Order of the President: FDR and the Internment of Japanese Americans (Editorial de la Universidad de Harvard, 2001), A Tragedy of Democracy; Japanese Confinement in North America (Editorial de la Universidad de Columbia, 2009), After Camp: Portraits in Postwar Japanese Life and Politics (Editorial de la Universidad de California, 2012), y Pacific Citizens: Larry and Guyo Tajiri and Japanese American Journalism in the World War II Era (Editorial de la Universidad de Illinois, 2012), The Great Unknown: Japanese American Sketches (Editorial de la Universidad de Colorado, 2016), y coeditor de la antología Miné Okubo: Following Her Own Road (Editorial de la Universidad de Washington, 2008). Robinson es además coeditor del volumen de John Okada - The Life & Rediscovered Work of the Author of No-No Boy (Editorial del Universidad de Washington, 2018). El último libro de Robinson es una antología de sus columnas, The Unsung Great: Portraits of Extraordinary Japanese Americans (Editorial del Universidad de Washington, 2020). Puede ser contactado al email robinson.greg@uqam.ca.

Última actualización en julio de 2021

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