Toda búsqueda es una navegación sin un camino específico, un vaivén constante entre historias, mitos y rumbos que nos desvían del que pensamos como destino. Para el poeta nikkei peruano Juan de la Fuente Umetsu (Lima, 1963) su más reciente indagación poética lo ha llevado al nicho familiar, al punto de partida de su origen japonés: un apellido que es el suyo y el de su abuelo Makizo, a quien rinde este poético homenaje.
Umetsu, título de su poemario publicado en abril de 2024 por el Fondo Editorial de la Asociación Peruano Japonesa (APJ), en su serie “Autor Nikkei”, es un viaje de retorno al Japón de ese ancestro del que reconstruyó su historia pese a no haberlo conocido. “El proceso de escritura de este libro ha sido fuerte, ha sido una reconciliación con el abuelo… perdonarme y perdonarlo por haberle rehuido tantos años”.
Juan cuenta que su madre tenía en casa un retrato de Makizo y que cuando uno entraba y lo veía parecía que él también “nos miraba a todos”. “En algún momento yo no quise mirarlo,” agrega. “Mi madre, Consuelo Umetsu, me educó con principios orientales, es lo que está en mis genes, le debo mucho a ella, pero no sabía mucho de mi abuelo, no conocía familiares Umetsu en Japón, no sabía de dónde había venido hasta que mi hermano viajó y conoció al último hermano de Makizo”, cuenta Juan, quien revela que era inevitable encontrar rasgos físicos similares en esos parientes del lejano oriente.
Origen del libro
En 1985, mirando el mar de la Herradura, Juan recuerda que escribió el primer verso alusivo a ese pariente que llegó al Perú en 1909 y regresó a su país natal en 1938, para no volver, dejando a su esposa Amalia y sus cuatro hijos.
“No es eterno el que llega / El que no sabe por qué razón ha venido / Ha bajado de su barco / Ha transitado el puerto buscando a una mujer / Y ha quedado dormido en cualquier habitación / Es eterno el que perdió el barco / Quedó con la mujer / Y recién comprende por qué razón ha venido”.
Pasó el tiempo y en 2010, mirando el mismo mar, escribió:
“Nos iremos juntos. / Con filamentos de agua nos iremos / Presagiando un bosque donde árboles y sogas nacen del corazón / Nos iremos sin armas, / De alguna forma ha de ser nuestro viaje. / Sin movernos de aquí nos iremos, / Separados por un océano que ha dejado de creer. / Nos iremos juntos con la noche y con el día (al mismo tiempo). / Yo, con los ojos abiertos en un punto invisible. / Tú, con los ojos cerrados, abarcándolo todo”.
“Después callé”, dijo en la presentación de su libro, “hasta que, en 2017, tras una entrevista que me hicieron sobre mi experiencia como nikkei en el Perú, volví a escribir, otra vez frente al mismo y distinto mar:1
I
PUERTO DE KOBE, 8 de junio de 1909
Un muchacho frente al tiempo decide ser el mar y se arrepiente.
/Primer diálogo desde el futuro con Makizo Umetsu/
El mar como un lienzo atrapado entre las dunas
Señala el comienzo del tiempo.
La realidad parece detenerse
En un salto mortal hacia tus ojos,
Que no han mirado nada
Y lo contienen todo, muchacho.
¡Qué rápido crece tu cuerpo bajo las sombras del puerto!
La realidad parece detenerse
Pero sigue su camino hacia las naves.
No sabes si la arena es más poderosa que las aguas
O si los arrecifes vuelan más alto que el sol
Cuando se precipita en el desierto.
Sin moverse.
Tu cuerpo tiembla como un grano de arroz
Atrapado en el viento.
«Aterrado, pero firme,
Sube la cuesta donde comienza el mundo,
Despójate de tu vieja libertad
Y recibe esta libertad nueva.
Las raíces entrarán por las ventanas del barco
Y desde allí se aferrarán a las aguas».
“Intento explicar cómo esta relación con mi abuelo, más allá de la historia y los acontecimientos, se ha sustentado esencialmente en la poesía,” elabora el poeta. “Entre el muchacho que escribía en 1985, hasta el adulto que un día se lo encontró frente a frente y decidió encararlo, pasaron muchas cosas: desde el orgullo casi sagrado, secreto, inexplicable, hasta la negación del origen, que es a fin de cuentas la negación de uno mismo; pero algo permaneció inalterable: el vacío, el silencio y la herida, fusionados en un solo cuerpo”.
Memoria y regreso
La escritura de Umetsu significó para el poeta un retorno a la memoria de la infancia llena de anécdotas inconclusas, de frases sueltas, de intuiciones, de fotos extraviadas y vueltas a aparecer, objetos (un reloj japonés, mesas, jarrones y cartas) y una palpitación que ya recordaba en otras entrevistas,2 cuando tenía certezas que se volvieron dudas hasta este breve libro.
¿Cómo resolver algo que no sabes qué es?, se pregunta Juan de la Fuente, poeta que entre 1999 y 2017 publicó cinco poemarios y apareció en diversas antologías poéticas en las que lo japonés latía con espíritu de haiku y versos contemplativos.3
“Cuando uno publica es como cuando uno se va de viaje y parece que está en lugares nuevos. Los familiares y amigos van surgiendo en encuentros mágicos, es como si hubiera prendido las luces de un escenario para encontrarme con los personajes”, cuenta el escritor y comunicador. Uno de estos encuentros fue el que su sobrino Juan Manuel tuvo directamente con la familia Umetsu, en Tottori.
Otro encuentro fue con el artista Eduardo Tokeshi, quien diseñó la portada y las ilustraciones de este libro y que además escribió en el prólogo:
“¿Cuántas veces quisiéramos que la poesía nos resuelva las intrigas, nos cicatrice la historia secreta y calme el dolor instalado en el silencio? ¿Será posible que el lenguaje nos salve, nos reconcilie con los más puntuales fantasmas? Juan de la Fuente Umetsu provoca con sus poemas una suerte de redención de Makizo, lo salva del olvido y reconstruye su voz, su inmensa pena, acorta distancias y desentraña identidades”.
Umetsu contiene, además, un dossier fotográfico que constituye un aporte a la memoria de la comunidad nikkei, precisamente en este año en el que se conmemoran los 125 años de la inmigración japonesa al Perú.
Camino de Umetsu
Cuenta el poeta nikkei que este libro nació en el mar y tuvo inicialmente otro nombre, “Libro del agua”, que tuvo numerosas páginas que fueron quedando en el camino, que decidió dividirlo en cantos que se fusionan a través de las fotografías y la prosa que va construyendo un camino de reconciliación con el origen de los Umetsu y de Tottori, la ciudad que aún no conoce, en el Japón donde ahora reside Theo, su sobrino nieto, nacido justo el año en que su madre, Consuelo Umetsu, cumpliría 100 años.
Umetsu ha sido una forma de acercar las dos orillas con un camino poético que ha sido, además, una forma de autoconocimiento para Juan. “Es un libro que al leerlo aún me hace llorar, no de tristeza sino de una extraña sensación de alivio y liberación”, dice De la Fuente Umetsu, quien piensa en los caminos que seguirá este libro, como los hicieron las fotos extraviadas y las cartas del abuelo ausente, para acabar en este documento que se abre con la mirada del Makizo joven y se cierra con el Makizo adulto.
Umetsu significa “puerto de ciruelos” y desde que tuvo conciencia de este libro a Juan de la Fuente le quedó claro que no tendría un final, sino más bien será un punto de partida para otras travesías en busca del origen de los descendientes japoneses y sus memorias.
Notas:
1. “El Fondo Editorial de la Asociación Peruano Japonesa presenta Umetsu, poemario de Juan de la Fuente,” Asociación Peruano Japonesa, 17 de abril de 2024.
2. “Un poeta en tránsito detenido,” Descubra a los Nikkei, 25 de mayo de 2016.
3. “Eternidad sin eternidad y flores de fuego en «Vide Cor Tuum» (2017), de Juan de la Fuente,” Vallejo & Company, 14 de diciembre de 2023.
© 2024 Javier García Wong-Kit