“Mi historia es como la de todas las familias nikkei…”. José Carlos Feliciano Nishikawa empieza así la narración de Rosa Kimiko: Historia de una nikkei andina. Es consciente de que muchas personas nikkei peruanas comparten un pasado similar. Las migraciones no son ajenas a nuestras historias y la resiliencia se ha convertido en sinónimo de nuestros ojiichan y obaachan.
La historia está contada en primera persona, poniéndonos así en los zapatos de Rosa, la obaa del autor, desde su infancia en Patahuasi, Junín, hasta la actualidad, donde las raíces que plantó con su familia y en su comunidad continúan dando frutos día a día. En conversación con el autor, este se mostró agradecido por el gran recibimiento que ha tenido en la comunidad nikkei peruana este homenaje a su abuela y a su historia familiar.
José Carlos Feliciano Nishikawa siempre tuvo en mente registrar la memoria familiar. Desde pequeño, él se quedaba en casa de sus abuelos en Huachipa, Lima, donde ellos le contaban todas sus anécdotas. Mientras fue creciendo, se fue dando cuenta de cómo creció teniendo la resiliencia de sus abuelos como algo que lo marcó durante toda su vida. Estos episodios de vida no paraban de rondar frecuentemente su cabeza. Siempre supo que sus abuelos fueron el pilar de la construcción de su familia. Eso lo llevó a, finalmente, animarse a contar la historia de su abuela Rosa.
Historia de una, historia de muchos
“A mi abuela Rosa quien, como Arguedas, entiende el Perú en quechua, español y además japonés”. El autor empieza el cuento con esta dedicatoria que resume lo que hace especial a Rosa. Es una mujer nikkei y, al mismo tiempo, una mujer andina. Su experiencia, entonces, se ve influida por su identidad.
La historia de Rosa puede ser reconocida por muchas personas nikkei peruanas que se acercan al libro con interés. Como muchas familias nikkei, se enfrentó a la discriminación durante la Segunda Guerra Mundial, vivió el fenómeno de los dekasegi durante la crisis económica de los años ochenta y noventa, convivió con su comunidad en eventos deportivos, entre otras anécdotas que de seguro podrían ser reconocibles en las historias familiares de las personas que comparten su origen.
Rosa, como mujer andina, también tuvo experiencias únicas que surgieron a partir de que ella tuvo el quechua como lengua materna. Como luego aprendió español, japonés y un poco de uchinaguchi, pudo comunicarse con muchas personas diferentes, lo cual la ha ayudado a formar conexiones. José resaltó este aspecto de ella para mostrar la diversidad de nikkeidad que existe en el Perú. Los nikkei andinos y amazónicos pueden tener una manera distinta de sentir su identidad. Conocer todas estas vivencias también es importante para el desarrollo y unidad de nuestra comunidad.
Ella es peruana y se identifica muy significativamente con esa idea. Con el quechua como lengua materna, ha podido conectar con otras personas quechuahablantes de la zona. Por ello, se terminó convirtiendo en un puente entre comunidades y la hizo muy querida por muchas personas. El autor también resalta cómo esto es también algo importante para constituir una identidad nacional. El Perú es una mezcla y los nikkei somos tan diversos y estamos dispersos por todo el Perú.
La historia familiar reflejada
La relación de José con su abuela es bastante cercana. Durante su niñez en los años noventa, él tuvo una cercanía con sus abuelos. La crisis económica que vivía el país hacía que sus padres tuvieran que trabajar bastante, por lo que sus abuelos fueron quienes lo criaron. Los fines de semana los pasaba en su casa en Huachipa. José describe este lugar como una “pequeña Okinawa”, debido a la ambientación, la belleza propia del valle y la gente que comparte la identidad nikkei viviendo en comunidad.
Tanta cercanía lo llevó a contar la historia de su obaa, quien asistió a la presentación del libro. Debido al impacto que ha tenido ella para quienes han tenido el privilegio de conocerla, la ceremonia la hizo sentir acompañada y querida por su comunidad. José resalta cómo este recibimiento surge de la idea de resiliencia que muestra esta historia, y que muchas familias nikkei también pueden identificar. “Todas las familias nikkei tienen historias de valentía, de personas que han salido adelante sin nada. Sin hablar el idioma o tener recursos financieros. Lo hicieron por su familia”.
La idea del libro ilustrado nació a partir de la necesidad de transmitir mejor los mensajes, más que solo texto. La elección de Nori Kobayashi como ilustradora fue a partir de la empatía que sintió ella con la historia. Sintió que compartía una historia personal similar con el autor, pues ambos fueron criados en contextos similares por sus abuelas.
Las ilustraciones de Nori Kobayashi pudieron retratar pasajes personales que, para la familia, fue una experiencia gratificante. Además, permitió que el libro fuese más accesible para todas las edades y que esta inspiradora historia pueda ayudar a que las infancias nikkei puedan aprender sobre su historia.
José Feliciano Nishikawa termina contando sus experiencias, mencionando su deseo de que este libro no sea el único de su tipo. Cree firmemente que dentro de la comunidad nikkei hay muchas historias por contar, por lo que espera que su proyecto inspire a otras familias a compartir sus anécdotas para que quede como registro para futuras generaciones.
© 2025 Hiro Ramos Nako

