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Julieta Fonte Iha, una nikkei cubana

La modernidad hace que las distancias se acorten, la información está al alcance de un clic, podemos estrechar lazos de amistad con personas de cualquier parte del mundo por lo virtual. Hace unos años recibí una solicitud de amistad en Facebook de un tal Julio Iha, me sorprendió al ver que era cubano, la ignorancia me hace pensar que no existían nikkeis en Cuba. Lo real era que estaba muy equivocado, la inmigración se inicia en el año 1898, llegando de distintas partes del Japón.

Al ir viendo la información que compartía Julio, pude ver un poco más sobre la llegada de sus antepasados a su país, encontré capítulos de un libro llamado Shamisen, escrito por Benita Eiko Iha Sashida y Julieta Fonte Iha, esta última fue cada vez más visible para mí; la fui encontrando en las redes sociales, en especial en los grupos nikkeis, comentando y compartiendo información de valor. Ella era prima de Julio.

Libro Shamisen (2006) Segunda Edición

Shamisen es un libro en el que Benita Eiko cuenta algunos pasajes de la historia de su familia y de otras familias okinawenses y lo hace acompañada de su sobrina Julieta. Relatos compartidos en el calor de una familia musical, mamá cantando y papá con el shamisen, acompañando con las notas que emitían esas tres cuerdas, transmitiendo esa nostalgia y muchas veces tristeza, evocando el lugar que los vio nacer o, tal vez, la mayor pena, la de haber dejado a sus seres queridos. Dejar a los hijos, aun cuando queden al cuidado de los abuelos, es muy doloroso, pero era imposible traer a varios niños a una aventura arriesgada e incierta, donde solo los alentaba la idea de regresar luego de haber cumplido su objetivo económico. En su mayoría no pudieron regresar y cargaron con ese sufrimiento hasta sus últimos días.

Quizás la elección de Cuba era porque venían de un lugar donde la actividad principal era la agricultura, un sitio con tierras fértiles o tal vez por el clima tan parecido al de Okinawa, donde se cultivaban frutas y caña de azúcar. Digo que ellas cuentan la historia de la familia Iha, lo real es que representan la vivencia de todas aquellas familias japonesas de inmigrantes en busca de un sueño, de un futuro mejor en un lugar lejano.

En Cuba, a raíz de la Segunda Guerra Mundial, de acuerdo a la política que regía, se encarcelaban a todos los ciudadanos japoneses, italianos y alemanes de sexo masculino. Lo asombroso fue que los japoneses eran mayoritarios, pero no era que existieran más de esta nacionalidad, era porque eran los más pobres y los europeos habían evadido la cárcel por el poder económico que tenían, incluso fueron los que más tiempo estuvieron privados de su libertad, siendo detenidos meses después de la capitulación de Japón.

Fue un tiempo oscuro para las familias japonesas, cuando las mujeres tuvieron que ser padre y madre, mantener solas a sus familias, en un periodo muy crítico económicamente, en especial por el devastador huracán de 1944 que afectó a todos los cubanos, y en particular a las familias japonesas, cuando el cabeza de familia estaba ausente. Estas circunstancias hicieron que en mi mente se dibujen aquellas escenas que me relataban del terremoto de 1940 en Perú, ocurrido luego de los saqueos a los japoneses y donde, según cuentan, muchos estaban arrodillados, mirando al cielo, pidiendo perdón por el castigo por lo realizado por los bandidos que justificaban diciendo que eran japoneses.

Pareciera que kamisama (Dios) se manifestaba de esa manera en Cuba también. No puedo con mi mente, que sigue proyectando imágenes al igual que las del libro, donde Benita Eiko recuerda a su madre, con una figura menuda, con una inexplicable y tanto empuje para sacar adelante a su familia. Creo que es la misma imagen de todas esas mujeres japonesas en tierras cubanas que jugaron el mismo papel. Luego de un agónico tiempo, los hombres estuvieron de regreso en casa, fue momento de un nuevo inicio, un renacer, el reconstruir, el tratar de sanar y componer a esa familia que había sido rota, reunirlos a todos otra vez.

Con tía Benita

Benita (Eiko) Iha Sashida, nació en diciembre de 1939, en la zona rural de Mckinley, Isla de Pinos, llamada Isla de la Juventud desde 1978, y fue reconocida como una promotora cultural del libro y la lectura durante los 22 años de su trabajo en librerías. Es una nisei, es decir una descendiente de segunda generación de Japón, de Okinawa. Ella nos transmite las historias que le contaba su madre Kame, junto a Julieta, en esa complicidad de ambas de ser confidentes de historias que tenían que ser transmitidas de igual forma al mundo.

Julieta Fonte Iha es nieta de Kame y sobrina de Benita Eiko, nació en julio de 1960 en Isla de Pinos y, aunque dice solo tener el mérito de haber hecho el té y acompañar a su tía mientras esta escribía “Shamisen”, fue reconocida como coautora del texto a solicitud de Benita en su segunda edición publicada en 2006. Ella estudió Psicología en la Universidad La Habana, trabajó casi diez años en enseñanza especial y actualmente es profesora de Formatur Escuela Ramal del Turismo. Desde 2005 reside en La Habana.

Ambas, tía y sobrina, se desempeñaron como Embajadoras de Buena Voluntad Uchina, durante los años 2003-2004 y 2006-2008, respectivamente. Juntas promovieron y formaron parte del Comité Organizador para la celebración del Centenario de la Inmigración Okinawense a Cuba, realizado en octubre de 2007 en la Isla de la Juventud.

Con oba Kame (1982)

A través de Shamisen cuentan las historias heredadas de Kame, sus enseñanzas: Cómo llamar al viento silbando, algo mágico que lograba la abuelita Kame. También narran pasajes de algunas familias okinawenses radicadas en Cuba. El libro en sus inicios fue una carta que explicaba al hijo sobreviviente en Okinawa por qué sus padres no habían regresado, de acuerdo con lo prometido, en un intento por salvar la memoria de Kame y Kamaichi Iha. Luego de constatar lo común de este hecho en las familias emigrantes y ser confidentes de otros testimonios, llegan a “Shamisen” (o “Sanshin”, como sus autoras sienten que debió llamarse), ya convertido en un homenaje a los okinawenses establecidos en Cuba y a la emigración japonesa.

Me une una linda amistad virtual con Julieta Fonte Iha desde un poco antes de empezar la pandemia que nos mantuvo encerrados, con el #YoMeQuedoEnCasa. Recuerdo que en ese momento, ante el encierro aquí en Perú, no tenía mucho que hacer, así que decidí ocupar mi tiempo en navegar en redes sociales, en grupos donde pueda encontrar cosas afines, me involucré en los grupos nikkeis que albergaban a ciudadanos de todo el mundo, además de los grupos locales que se iniciaron para promover las ventas entre los miembros de nuestra comunidad nikkei en Lima- Perú.

Al buscar información sobre Julieta, me pareció muy interesante hacerle una entrevista, cada cosa que encontraba reforzaba esa idea. Lo cierto es que fue una combinación de ansiedad y frustración. Era mi primera entrevistada, iba a conversar en directo, sin pausas, no era una entrevista escrita, en la que me enviaban la información tras un cuestionario.

Aquí hago un alto para pedir disculpas a Julieta y explicar la frustración que tuve. Era mi primera entrevista y al usar una llamada por WhatsApp, la llamada no fue grabada, no había absolutamente nada, no tenía ningún apunte, me la había pasado tan bien conversando con ella, como dos amigos.

Julieta, además de ser coautora del libro, es una psicóloga que ama sus raíces japonesas y okinawenses, en el año 2006 tuvo la oportunidad de participar como acompañante de la estudiante Kiyomi Torres Tsuhako en el Junior Study Tour 2006, un evento previo al IV Festival Mundial Uchinanchu.

En Okinawa 2006 IV Festival Uchinanchu

En esa ocasión pudo visitar museos, playas y tantos lugares que tienen un gran significado para todo aquel que es uchinanchu, llevándose consigo la música, los bailes, justificar y entender el rechazo a la guerra, saber de dónde viene, de sus raíces, así como estar segura de su identidad. Comprobar que Okinawa es un sitio mágico, donde no se sintió extranjera, conviviendo con sus pares de otros países, familiares y amistades como si se conocieran de toda la vida, descubriendo que ese sata andagi que comió en Okinawa tenía el mismo sabor que el de la abuela. Entender que esa frase “Ichariba Choode”, una vez que nos conocemos, nos convertimos en hermanos, era lo que resumía todo lo que sintió.

JICA Taller de ramen

Ella también es una exbecaria de JICA Yokohama Programa 2018. Estudió en el Centro Internacional de Cooperación de JICA en Yokohama, junto a nikkeis de Argentina, Bolivia y Brasil, llevando el curso de Reactivación de las Asociaciones de Damas de las Colectividades Nikkei por medio de los alimentos. Pudo adquirir conocimientos de técnicas gastronómicas por medio de talleres para solucionar las dificultades que enfrentan las diferentes comunidades nikkeis. Pudo conocer más de la historia de Japón y su migración, como el papel de las organizaciones nikkeis actualmente.

El año pasado para nuestra familia fue difícil, hubo un problema médico de mi hija, había mucha incertidumbre, era un momento difícil para todas las personas que tenían que acudir a un centro médico en pleno auge del coronavirus. En mi desesperación, lo hice público, y estuve muy arrepentido de decirlo, no debería haber ventilado mi vida personal, pero al ver la respuesta de las personas, me dio una gran satisfacción encontrar oraciones y buenos deseos de muchas personas que no conozco.

Una de estas personas fue Julieta, esta nikkei cubana se mantuvo en contacto conmigo con palabras de aliento, contándome que una vecina suya había tenido lo mismo que mi hija y que había salido bien, además de sus oraciones. Habíamos estrechado nuestra amistad a pesar de tanta distancia, por lo que luego de un tiempo me compartió su preocupación por el embarazo de su única hija que no vive en Cuba, temores que fueron descartados luego de realizadas las pruebas pertinentes.

Ofrenda de las grullas

No obstante, ella hizo una promesa: hacer mil grullas deseando un buen embarazo y salud, para que fueran bendecidas. Lo que son las cosas, me cuenta con mucha alegría un día 30 de octubre del 2021, el Día Mundial del Uchinanchu, que ella había recibido la noticia del nacimiento de su nieta, hija de Narryman, en un día tan significativo para personas como ella, que ama sus raíces uchinanchu, y que recibió un gran regalo, como ella misma dijo.

Julieta Fonte Iha es una mujer nikkei cubana muy admirable, cuando la entrevisté por teléfono, sentí en su voz calidez y alegría, alguien que me trataba con mucho respeto, pero sentía a la vez como si fuéramos amigos de mucho tiempo, que había confianza entre nosotros, sentir su pasión al relatar ambas experiencias en el país de sus abuelos.

Con tío Soichi (2006)

En ese momento me imaginaba que le estaban brillando los ojos. Percibo que es una luchadora, educada para salir adelante, como se lo transmitió su abuela Kame, su mamá Maria Mitsue y su tía Benita Eiko, llenas de valores, de ejemplos que ha seguido, buscando su propia identidad, yendo en busca de sus raíces para saber de dónde viene y para decidir a dónde quiere ir.

Los dos viajes a Japón le han servido para poder regresar recargada de esa energía propia del país de sus ancestros, con esa filosofía de vida, transmitiendo ese conocimiento adquirido: enseñar costumbres y valores, además de colaborar para afianzar las asociaciones nikkeis en su país, compartiendo su experiencia para que más personas puedan optar a estas becas o ayudas que puedan contribuir con el desarrollo de su país.

Clases en la beca

Cito al nikkei argentino, el profesor Juan Alberto Matsumoto1, en un artículo para Discover Nikkei:

“[…] En cuanto a los nikkei de Cuba, el anhelo es que en esta paulatina apertura puedan relacionarse más con los pares de los países vecinos, de Sudamérica y con el Japón. Es muy posible que aumenten los programas de asistencia y de capacitación y tengan más posibilidades de estudiar en Japón. Será un nuevo desafío para contribuir mejor y mucho más a su propio país”.

Finalmente, me quedo con una frase que Julieta compartió en su Facebook y que para mí sintetiza todo en ella:

“Ser culto es el único modo de ser libre”.

Mil disculpas, Julieta, por no haberte dicho que la entrevista no se había grabado, recién te vas a enterar leyendo el artículo, este es un reconocimiento a una mujer valiosa y solo me queda decirte: “Ichariba Choode”.

 

Nota:

1. Es un especialista y profesor de Historia de la Inmigración Japonesa en la Kaigai Nikkeijin Kyokai para los becarios Nikkei de la JICA.

 

© 2022 Roberto Oshiro Teruya

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Acerca del Autor

Roberto Oshiro Teruya es peruano de 53 años, de tercera generación (sansei); las familias de sus padres, Seijo Oshiro y Shizue Teruya, procedían de Tomigusuku y Yonabaru, respectivamente, ambos en Okinawa. Reside en Lima, la capital del Perú, y se dedica al comercio, en un local de venta de ropa en el centro de la ciudad. Está casado con la señora Jenny Nakasone y tienen dos hijos, Mayumi (23) y Akio (14). Su interés es seguir conservando las costumbres inculcadas por sus abuelos, como la comida, el butsudan y que sus hijos las sigan conservando.

Última actualización en junho de 2017

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