Hace sólo cuatro meses (octubre de 2016) que volvía a escribir sobre el ex Presidente Fujimori (“De Duterte a Fujimori: Reflexiones”) recordando, insistiendo, remachando por justicia y reconocimiento. Los motivos los he estado presentando y repitiendo desde el día mismo en que abrieron ese enredoso y turbio proceso judicial para achacarle culpabilidades que no lograron fundamentar y que finalmente quedaron reducidas a retórica leguleya. Lo concreto es que igual se dieron maña para encarcelarlo por 25 años como si se tratara de un criminal, sabiendo que un hombre de esa talla, engrillado y amordazado no podría soportarlo. En resumen, un mísero logro para volver a presumir de redentores después de hacer “justicia”. Luego, apresuramientos para retomar las riendas del poder a fin de rearmar lo dañado por Fujimori, mientras en las mazmorras encaladas se iniciaba un lento asesinato sin necesidad de meter directamente las manos.
¿Por qué mi insistencia?. A) Básicamente porque soy un nikkei con un apellido japonés antiguo al igual que el de Fujimori, enriquecido con una genética de sangre y de cultura milenaria y B) Porque la condición nikkei impele a luchar en defensa de la Moral y de la Justicia en que se funda el colectivismo japonés, haciendo casi imposible que frente a la inmoralidad e injusticia pueda acallarse el grito de “J’accuse” que Emile Zola lanzó en el caso Dreyfus. C) Porque en este mismo instante un inocente mancillado debe recuperar sus derechos a la justicia y a la vida.
De hecho, jamás pude dudar de la rectitud de su proceder gubernamental. Tal vez difícil de comprender por su introversión y laconismo (propio de un japonés) y por su recto aun cuando duro proceder (propio de un samurái). Y con estas inusuales pero poderosas armas lograr redireccionar positivamente el destino de su Pueblo sometido a la miseria por demasiadas décadas. De ahí el odio y sed de venganza cultivado en el seno de aquellos poderosos atropellados sin miramientos. (Mientras en compensación recibía el cariñoso reconocimiento de “Chinito” por parte de su Pueblo sin voz).
Luego vino la imparable embestida de la venganza largamente urdida por esa sarta de testaferros, sicarios, señores de la coca y politicastros: A) Por su falta de recursos para poder barrer totalmente tanta suciedad concertada. B) Por su imposibilidad de desprenderse de aquel invitado de piedra que desde las esferas mismas del palacio presidencial creó su propia orgánica de corrupción, espionaje, muerte y miedo (todos saben su nombre e historia). C) Por su incapacidad de encontrar en Japón las respuestas necesarias para desbaratar la espesa telaraña con que lo estaban inmovilizando. D) Por su voluntario regreso al Perú para limpiar su Honor mancillado con miles de mentiras acomodadas desde tantos historiales de corrupción. (Honor “meiyo”: concepto con alcances casi imposibles de dimensionar por la actual cultura occidental). E) Por la presencia del conocido criminal ahora entronizado y transformado en testigo clave en el juicio incriminatorio.
¿Pero, hasta ahí queda todo nuevamente?. NO. Esta vez no porque parte de la prensa de mi país al igual que internet y también prensa peruana (“La República”, “Perú 21”) han estado entregando noticias sobre esta CORRUPCION en cadena destapada en Perú. Y para nosotros ese destape se ha hecho tremendamente decidor porque tiene su inicio, justamente, cuando Fujimori es desplazado del sillón presidencial… ¿Y para entonces, quién terminó ganándose el derecho al Palacio Pizarro?. Nada menos que Alejandro Toledo, el paladín anticorrupción que proclamaba a los cuatro vientos los pecados de Fujimori y prometía poner nuevamente al Perú en el justo cauce de la verdadera democracia y transparencia (2001-2006). Pero, para su desgracia, con el siglo XXI se despertó en nuestra América una sed imparable de ponerle coto al libertino proceder de los grupos dominantes, exigiéndoles clarificar sus procederes públicos. (En Chile los juicios por corrupción están a la orden del día)… El asunto es que ante hechos consumados y comprobados fue declarado reo por la Fiscalía General mientras la Interpol lo busca por medio mundo después de desaparecer de su país. Al mismo tiempo, el gobierno peruano ofrece una recompensa de 100.000 soles por “información oportuna y veraz” mientras el actual presidente en ejercicio señala públicamente: “El Cholo debe volver al Perú a enfrentar la justicia”… (Es de imaginar la estampida que todo esto está provocando).
¿De qué se le acusa?. . Específicamente de recibir un soborno de 20 millones de dólares. (La presente investigación y enjuiciamiento sólo considera este ilícito. No significa que no los haya también en otros frentes del gobierno) .Son dineros entregados por la Constructora Brasileña Odebrecht para asegurarse la construcción de un par de tramos de la carretera interoceánica con una adjudicación de 1.185 millones de dólares pero, con un coste final de 2.346 millones de dólares (según Contraloría - El doble de su adjudicación original).
En las declaraciones oficiales que esta constructora debió hacer frente a la Justicia de EE.UU, señala que a los gobiernos peruanos de turno le hizo entrega de 29 millones de dólares en coimas entre los años 2005 y 2014. Lo que le permitió ganar en forma extra 143 millones.
Ahora – reflexionando - si la Odebrecht coimeó a estos gobiernos con 29 millones de dólares durante diez años y Toledo recibió 20 millones (específicamente en el 2005) ¿en manos de quién quedaron los otros 9 millones?... Esto es también parte de la investigación anticorrupción que mira indagadoramente sobre el gobierno del período 2006-2011 que le allegó a esta constructora 6 proyectos. Y sobre en el gobierno de 2011-2016 que le adjudicó 7 proyectos con uno actualmente paralizado al destaparse esta olla de malsanos olores.
¿Será tanta la mentira concertada que flota en el ambiente que el Pueblo olvida fácilmente el pasado inmediato de corrupción y sus nefastos efectos sobre sus modestos modos de vida?. Pero no todos aceptan el olvido. (Para ello está la valiosa recopilación del tema “Historia de la Corrupción en Perú” del notable historiador peruano Alfonso Quiroz que reseña en 500 páginas este flagelo iniciado en la Colonia. (¿Cuántas páginas llenaríamos sobre igual tema acá en Chile?).
Porque éste debería ser el momento en que el Pueblo exija la libertad y la justicia que le corresponde a Alberto Fujimori. Justamente porque es el hombre que pensó con nobleza y altura de mira y que no dudó en un casi insano atrevimiento enfrentar a esa inmensa máquina de corrupción no tocada.
Realmente espero que la porfiada y valerosa Keiko Fujimori (igual que su padre) pueda liberar plenamente sus manos y rodeada de multitudes alce su voz desde todas las tribunas contra sus rivales cubiertos de salpicaduras. (Por decir lo menos). Porque su padre, ese hombre extraordinario, necesita con suma urgencia la restitución pública de su Honor que vino expresamente a poner en alto. ¨Por lo demás, cualquier observador honesto puede visualizar en estos momentos la realidad y saberse engañado, así como puede hacer comparaciones y apreciar las enormes diferencias y distancias que separan a este presunto culpable con la suciedad expuesta de sus falsarios.
© 2017 Ariel Takeda