Como el pavo en la Acción de Gracias en los Estados Unidos, lo obligatorio para los Japoneses y Nikkeis del mundo para el Año Nuevo es un rico y caliente cuenco de “ozoni”, conocido como “sopa de mochi”
Pero a diferencia de la Acción de Gracias, donde no hay riesgo de mala suerte o desgracia si uno no come pavo, “ozoni” en Año Nuevo posee un simbolismo de buena suerte.
Al comer el ozoni de Año Nuevo, dicen los japoneses desde hace siglos, uno tendrá buena suerte durante todo el año. No comer el ozoni, podemos decir que existe un cierto riesgo.
Lo que se empezó en Japón lo llevaron los Nikkei desde California hasta Sudámerica. Si es 1 de enero es tiempo para el ozoni.
Así es que, los 24 de nuestra familia y amigos nos reunimos en la casa de mis padres en Loomis, California en el año nuevo de 2011- con palillos en nuestras manos, mochi en los cuencos y deliciosos ozonis en nuestros estómagos.
Pero….me faltaron 2 o 3 pasos… Las recetas y los ingredientes de los ozoni varían según la región de nuestros ancestros japoneses. El común denominador que cada cuenco de ozoni debe llevar es el pedazo de arroz dulce conocido como “mochi”.
Y si uno hace el mochi a la manera antigua, manual, uno entiende cúanto trabajo hay que hacer para obtener la buena suerte, la longevidad y felicidad para el nuevo año. No es solamente trabajo, sino trabajo y trabajo (eso es trabajo doble, “trabajo, trabajo”)
Por supuesto, para aquellos que no prefieren realizar un labor físico duro y en forma manual pueden comprar mochi en el mercado japonés local o en el “manju-ya.” En California, se puede encontrar mochi fresco para al año nuevo en los comercios de manju en San Francisco, Sacramento, San Jose y Los Angeles. Se realizan en grandes cantidades y con máquinas para hacer mochi.
Eso está bien si uno gusta de los mochi hechos con máquina. Pero si uno es a la usanza antigua y tradicional, y disfruta de comer el suave y sabroso mochi hecho con toneladas de “kimochi”, el único lugar para obtener el mochi es del mochitsuki.
En las comunidades nikkeis de California y en todo el país, el mochitsuki anual se sigue realizando en las iglesias americanas japoneses, en los Japantowns y casas de familias americanas japoneses.
En épocas pasadas, nuestros niseis mayores, cuentan que las familias japonesas se juntaban para el mochitsuki antes de año nuevo, pasaban el día machacando el mochi y socializando y luego otros 300 golpes en 3 maneras diferentes.
Pero en estos días con el advenimiento de la tecnología moderna, muchos grupos y familias dejaron de hacer esta labor ardua y en forma manual y cambiaron por la popular máquina de hacer mochi.
No obstante, un puñado de familias y grupos, como mis padres que estuvieron desde hace más de 30 años, siguen realizándolo a la manera antigua. Machacando con un palo de madera (“kine”) en un gran mortero de granito (“usu”).
En mi pueblo natal de San Francisco, un grupo llamado Centro de Estudios Japoneses Americano solía hacer el mochitsuki anual en la iglesia en Japantown desde 1969. Pero desde que el Centro se disolvió unos años atrás, la Biblioteca Nacional Japonés Americano sigue con esta tradición.
Mis padres participaron del evento por más de 30 años y cuando tenía tiempo venía del sur de California para colaborar con ellos.
Al principio, miembros del Centro y sus familias se reunían anualmente para participar de la preparación del mochi. Pero los años pasaron y los miembros originales se mudaron o murieron. Entonces por necesidad, el evento se convirtió en un asunto más allá de la comunidad. El mes pasado se llamó al público en general para colaborar especialmente para machacar el mochi.
“¿Quien viene este año?” pregunté a Karl Matsushita de la Biblioteca Nacional Japonés Americano.
“No lo sé” me respondió. “El que se presente”
“Oh” pensé. Significa que no existe una lista jóvenes dispuestos a hacer el trabajo. ¿Qué pasa si nadie se presenta excepto yo? Con 48 años, no soy tan joven. Mi padre puede machacar pero tiene 88. Esto me preocupó.
Kine es la machacadera de madera. Al principio, es divertido machacar el mochi con autoridad. Pero al machacar el kine se convierte más pesado y en poco tiempo los brazos y la espalda empiezan a doler. Lo que se empieza como diversión ahora es dolor y mucho…
Lo ideal es tener un grupo de jóvenes con mucho músculo que puedan rotar y machacar todo el día. A las 11 de la mañana del 28 de diciembre vi alrededor del salón y las únicas personas para ayudar eran mi madre, 2 hombres, uno más viejo que yo y el otro un poco más viejo que yo.
“Esto no está bien”, pensé al pararme en la cocina viendo cómo se cocinaba el arroz.
Llegamos a las 9.30hs a la Iglesia Prebisteriana Cristo Unido y ayudamos a preparar la mesa para colocar el mochi moldeado, colocando plásticos y diarios sobre el suelo asignado para el usu y el machaque de mochi.
En la cocina, 2 días antes, Karl remojó los mochigome “Sho-Chiku-Bai” de la granja Koda (arroz dulce donado generosamente anualmente por George Okamoto de Nomura & Co.) en agua en varios recipientes de plástico. En la estufa Karl empezó a colocar la primera tanda de arroz, que los colocó en cajas de madera, apilando uno arriba del otro sobre una olla de agua hirviendo..
Haríamos 34 kilos, un número modesto si comparamos con otras Iglesias que realizan entre 370 a 400 kilos anualmente. Pero 34 kilos es suficiente, especialmente cuando no se sabe cuántas personas vienen año a año.
Las personas estaban convocadas a las 1130hs, vi alrededor del salón y empezaron a venir de a poco. Gracias a Dios, había algunos que eran más jóvenes que yo. Uno trajo hasta “guantes para machacar”. Lo único que faltaba era que empiecen a trabajar.
No obstante, el arroz aún no estaba hecho y desde que Jim Hirabayashi, el nisei encargado de cocinar el arroz por más de 30 años no pudo venir, un comité de 4 personas son los que deciden si el arroz está listo o no.
“Aún está duro” dijo mi madre. Esperamos 15 minutos y probemos de nuevo.
“Creo que está listo” dijo Karl.
Nadie sabía bien excepto Jim y no estaba ahí. (Si quieren hacerlo por su cuenta, consultar su preparación antes de hacerlo).
“Vamos” dije. Saqué las 3 cajas de arriba y Karl la de abajo y las llevamos al usu donde colocó el arroz caliente en el recipiente de granito.
Viendo el arroz cocinado, los 2 jóvenes agarraron el kine y empezaron a colocar el arroz para luego machacar.
Mientras tanto, atrás en la cocina, las cajas vacías eran devueltas y las llenaba con 3 potes de mochigome, dejando cuidadosamente un espacio circular en el medio y empujar el arroz de los 4 costados para cocinar. La caja se colocaba sobre la pila de cajas. Este proceso y la rotación de las cajas se repetían a lo largo del día hasta terminar con la última caja.
En el salón, el proceso de machaque había empezado. Lo que noté es que no hay una forma única de realizarlo. Todas las personas tienen un estilo único. Algunos lo hacen con tanta fuerza que se escucha cómo la madera golpea con el granito. Otros lo hacen sin tanta fuerza.
Todos tenían su turno. Los niños, adolescentes, madres y padres, y todo aquello que quería intentarlo. Mi padre, un escritor nisei, Hiroshi Kashiwagi, a los 88, también hizo unas cuantas veces. Lo mismo Dick Kobashigawa, un Nisei que camina con bastón. Primero, pensé que era solamente un mero observador pero dejó su bastón y empezó a machacar el mochi.
“¿Cuántas años tiene tu padre?” pregunté a Ben Kobashigawa, quien estaba observándolo desde la cocina.
“96”dijo.
Sorprendente.
Este evento, el mochitsuki, es sobre la tradición japonesa. Los mayores de la Comunidad como mi padre o Dick Kobashigawa—sin decir una palabra—demostraron cómo se realiza y en el proceso, nos transmiten, literalmente.
Nisei mayores, Sansei, Yonsei, Hapa, Shin Issei, no japoneses—viejos y jóvenes- estábamos todos para que la llama siga flameando y perdure la tradición y el espíritu comunitario Nikkei. Y como en los viejos tiempos, venimos todos a trabajar, a socializar, a hablar sobre las historias de viejos y nuevos tiempos y participar de hacer y comer el mochi de año nuevo.
Algunos envueltos en nori, otros remojados en salsa de soja y azúcar. Algunos con kinako, un polvo marrón de soja. Otros llevan los mochis con una pasta de soja dulce para disfrutar de “an mochi.”
Antes de que termine el día, todos se sirven una taza de ozoni casero hecho especialmente por nuestro amigo japonés Yuko Franklin. Con carne de cerdo, hongo japonés y nappa, Yuko san agrega el usu mochi en un recipiente de caldo de pollo con sabor a shoyu.
¿Y qué sabor tiene? Como si estuviera cargado de larga vida, buena fortuna y felicidad para el año nuevo.
© 2011 Soji Kashiwagi