
Harumi López Higa tiene solo 26 años, pero una larga historia de vida que ha sabido resumir en un cortometraje que le ha traído un temprano pero unánime reconocimiento. El video Spring Sea (Mar de Primavera), que hace referencia al significado de su nombre, fue seleccionado entre los 50 mejores cortometrajes del 12th International Inter University Short Film Festival Bangladesh 2020. Y ha seguido recibiendo distinciones.
Ha sido un camino breve, en tiempo, pero intenso tanto para su filmación como por su recorrido por festivales: participó en la Muestra Itinerante del Festival de Cine de Lima 2019, en la selección oficial del Lift Off Global Network: First-Time Filmmaker Sessions August 2020, del Reino Unido, y en el Over-the-Rhine International Film Festival, de Ohio, Estados Unidos, donde obtuvo el premio a mejor cortometraje universitario en 2021.
Su historia es un relato personalísimo que ha tenido una reciente parada en el ciclo de cortometrajes Muestra de Cine Nikkei, del Cineclub de Lambayeque, con apoyo de Futari Proyectos, donde su película, que se pudo ver de forma presencial, sigue conmoviendo al público con su relato autobiográfico: su infancia y enfrentamiento al diagnóstico de “rodilla derecha flexa” que marcó esos primeros años de crecimiento y maduración.

Valor y valorar
Tres intervenciones quirúrgicas cuando era una niña, terapias de rehabilitación y otras dificultades le han servido a Harumi no solo para contar la historia que fue un trabajo universitario cuando estudiaba Comunicación Audiovisual en la Pontificia Universidad Católica del Perú, sino también para su vida. “Me sirvió para valorar y agradecer”, dice, aclarando que su deseo no era ser vista como víctima o mártir.
“Era una parte de mi vida que no reconocía hasta el momento de hacer ese trabajo, a pesar de que era algo que necesitaba compartir. Había en mí una necesidad de contarlo, pero me daba miedo”, dice añadiendo que valora también el equipo que la ayudó a hacer este corto de 19 minutos. “Fue muy agotador emocionalmente, tener que ahondar en todo lo que me pasó, lo que iba experimentando… estaba muy vulnerable”.
Harumi recuerda que la presentación de su trabajo universitario se dio en el Lugar de la Memoria (LUM). Invitó a sus papás, tíos y primos que no habían visto nada del documental. “Lo editaba en la madrugada, con audífonos, para que no se dieran cuenta”. Aunque sabían lo que ella había pasado, verlo en pantalla fue diferente. “Fue emocionante compartir esa experiencia con ellos y con muchas personas que no conocía y que se me acercaban a saludarme”.
Mujeres nikkei
Harumi no se interesó por el cine hasta poco antes de empezar a estudiarlo. En los últimos años en el colegio nikkei La Victoria le gustaba la arquitectura y durante los primeros ciclos de la universidad se dedicó a la radio. “Veía al cine como algo difícil porque en el Perú no existe una industria como tal”. Los cortometrajes llenan una necesidad artística y una faceta personal: la de contar historias con un mensaje que conecte con otra persona.
Cuando el artista Haroldo Higa la invitó para ser parte del III Salón de Arte Joven Nikkei 2019, Harumi pensó en otra historia familiar: la de las mujeres nikkei de su familia. Cuatro mujeres de distintas generaciones que ayudan a contar experiencias de migración, discriminación y desigualdad. Historias de valentía que han sido retratadas por una realizadora audiovisual, experta en el relato real. “A los diez años hacía videos con mis amigas y los editaba, pero no imaginé que eso se podía convertir en una carrera”.
Yonsei fue presentado en la galería del Centro Cultural Peruano Japonés, gracias que Haroldo vio en Harumi “algo que yo no sabía que tenía”. Tras casi ocho meses trabajando con otros artistas nikkei cuando recién había terminado la universidad, el cortometraje se exhibió dentro de una instalación. “Salieron las experiencias de mi bisabuela y de mi obachan. No se conoce mucho lo que hicieron las mujeres nikkei, había muy poca información, así que aproveché para contar eso”.
Cine femenino
Talía Vidal y Jimena Mora dirigen Futari Proyectos, que busca difundir el cine asiático desde la investigación, docencia y gestión cultural. “Nuestro vínculo con Japón nace a partir de una sensibilidad que curiosamente compartimos”, explican. Ellas se han centrado en cine hecho por directoras asiáticas y cine nikkei en el Perú. “Nos pareció natural acercarnos a la comunidad nikkei y decidimos comenzar por casa”.
Así descubrieron que hay muchos jóvenes que, usando los recursos audiovisuales, buscan discutir, reflexionar y colocar sus impresiones sobre una identidad fluida, que guarda elementos de las tradiciones de sus antepasados. En diciembre de 2020 realizaron la muestra virtual “Una Mirada al Cine Nikkei” y este año recibieron la invitación del Cineclub de Lambayeque para realizar la misma muestra, pero ahora de manera presencial, con conversatorios y proyecciones de las cintas de Hiroko Beraun, Daniela Goto Uehara e Hideki Nakazaki.
“Ha sido una experiencia muy gratificante, nos hemos encontrado con un interés del público no perteneciente a la colonia japonesa en escuchar estas historias”. La experiencia les ha servido también para notar el rol de las mujeres nikkei como agentes de preservación de memoria, resaltando por su fortaleza, como ha sido el caso del cortometraje Yonsei.

Una identidad propia
“Siento que hay elementos que las personas pueden identificar como japoneses, pero no son adrede, ser nikkei es parte de quien soy, son cosas que salen porque así soy”, dice Harumi, quien en Yonsei valora que las historias de las mujeres de su familia no caen en el estereotipo de mujeres sumisas que se tiene de las japonesas. “Han sido fuertes y valientes para tomar sus decisiones”.
En 2020, Harumi López Higa participó en el Laboratorio Audiovisual de Expresión Múltiple (LAEM) para hablar sobre lo nikkei. “Fue un ejercicio para mostrar que hay mucha romantización sobre ser nikkei. Es bonito valorar las cosas buenas, pero hay otras dimensiones que no se están explorando”. Con la pandemia, algunos de los proyectos de esta realizadora se cayeron, pero su historia, breve e intensa, sigue.
“Me alegra que se considere al cine nikkei como algo peruano, que no sea como una burbuja vista solo como japonés”, dice Harumi, para quien hacer cine es una forma de expandir el corazón, de comprender, y en un formato breve como esta historia.
© 2021 Javier García Wong-Kit