Nuestro hijo nació en el Brasil y tiene actualmente 17 años de edad, y concurre a una escuela secundaria del Estado de Florida y se dedica también de lleno al golf de competencia.
El año que viene se graduará de la secundaria superior y por ende este verano deberá definir la universidad en que desea estudiar. Por lo tanto, es un momento de suma importancia para su vida, aunque no deja de viajar por diversos lugares de los Estados Unidos para participar de los torneos juveniles de golf. Cuando vivía en Brasil, desde los 10 años, ha participado en torneos y ha podido viajar por todo Brasil como por los países de Sudamérica.
Para los torneos de golf es indispensable reservar el hotel, el medio de traslado (coche) hasta el lugar donde se realiza y desde luego la alimentación. Hoy en día gracias al internet se puede reservar el hotel y el vehículo e incluso uno puede preveer o tener una idea aproximada cómo es la localidad donde uno va a ir. Se puede ver en Google las fotos satelitales y en verdad no hay mucha diferencia entre esa imágenes y lo que es en realidad. Será por esa información previa que uno ya no tiene esa sensación de curiosidad de lo que podría llegar a descubrir cuando conoce un nuevo lugar y encima ya no hay tanta diferencia entre uno y otro lugar.
Lo que sí varía es la alimentación y los platos que ofrecen, por eso cada lugar es especial.
La preocupación no es solo la buena alimentación que requiera un joven deportista sino para uno mismo los platos de cada lugar es algo que desea disfrutar y a través de la comida uno puede entablar una conversación y crear nuevas amistades. En esos encuentros se pueden conocer y aprender las cuestiones emocionales, sociales y culturales de los lugareños, pues no es inusual que en los alrededores no haya agencias de alquiler de coches y hoteles por franquicia que tienen todo manualizado y sistematizado para una atención homogénea. Si bien es algo monótono es un traslado llevando el pesado bolso de golf durante los días de partido en medio del cansancio. Por eso, los encuentros en las comidas es uno de los pequeños eventos que podemos disfrutar.
Nuestra familia está compuesta por mi marido que es nikkei brasileño de segunda generación (nisei), por nuestro hijo que si bien ha nacido en Brasil tiene las dos nacionalidades, la japonesa y la brasileña, y quien escribe que es japonesa. Desde algún momento los traslados para los torneos se ha hecho un habitué preparar y llevar comida japonesa (aquí en la comunidad nikkei lo llaman de esa manera) en la mayoría de los casos. Al conocer el campo de golf donde se realiza el torneo mi hijo suele buscar en la red y por el sistema GPS algún restaurante japonés o de sushi. Los brasileños residente en los Estados Unidos suelen ser muy amables en llevarnos a alguna churrasquería pero tampoco podemos ir siempre a esos lugares y comer lo mismo.
Por los torneos de mi hijo debemos trasladarnos a diversos lugares. Desde hace dos años y medio atrás, desde el Estado de Florida donde vive mi hijo, hemos ido a diversos lugares de Georgia, Carolina del Sur, Virginia, Texas, Tennessee, Illinois, Minnesota, Ohio, California, Nevada, Colorado y Delaware.
En Estados donde no viven o no hay una comunidad nikkei solemos degustar platos hechos por los coreanos. Es usual que los coreanos que han emigrado a América del Norte tengan o administren restaurantes de comida japonesa. En Brasil no se ven situaciones así por eso es algo muy interesante. Dado que mi hijo es un golfista junior de origen asiático los coreanos suelen tratarlo con mucha amabilidad. Las señoras coreanas que atienden en los restaurantes escuchan con atención los pedidos de mi hijo y son muy consideradas.
Y en ocasiones vamos a un restaurante administrado por una familia japonesa de la localidad de Ebisu, Tokio, que hace 20 años atrás emigró y vive en Florida. Ellos llegaron a este Estado justo cuando yo llegué al Brasil, será por eso que siento tanta simpatía y cercanía y podemos estar hablando horas y horas de diversas cosas. Al conocer el lugar de procedencia del dueño de un restaurante uno puede entablar conversación sobre los sabores que se reflejan en los platos. Sin embargo, cuando hablamos del sabor y los precios de las comidas, a fin de evitar malinterpretaciones, entre nosotros tratamos de hablar en portugués.
En Tennessee, mi marido y mi hijo me han dicho que el cocinero japonés de un restaurante de comida japonesa le han preparado platos japoneses como el maki de natto (natto es soja fermentada y maki es un arrollado de arroz).
Vayamos donde sea nos ven como una familia japonesa por eso casi siempre nos preguntan muchas cosas. Pero, cuando contestamos que somos brasileños igual nos hacen preguntas y a la vez ellos nos comentan sus experiencias como inmigrantes. En ocasiones, cuando hemos retornado al mismo lugar, nos han regalado “manju” (bollo relleno de pasta de judías dulces) o “soba” (fideos de alforfón) o nos han dado como cortesía de la casa unos “omusubi” (un poco más grande que los bollos de arroz cocido como “onigiri”). De esta manera, nosotros hemos podido relacionarnos con muchas personas a través de la comida japonesa y hemos podido encontrar diversos lugares que nos apoyan en las giras.
Y en verano de este año, en los partidos de la primera etapa, estuvimos en la ciudad de San Diego, Estado de California, y en Las Vegas, Estado de Nevada. En San Diego dado que hay dos supermercados japoneses muy grande compramos platos ya preparados o ingredientes para luego cocinarlos en el lugar donde nos alojábamos.
Y en Las Vegas también hay varias tiendas donde venden ingredientes japoneses como así también negocios donde preparan viandas calientes “obento o hokaben”, asi que ha sido una suerte. Fue la madre de un amigo mexicano de mi hijo quien nos enseñó ese lugar, asi que en gratitud a ese gesto le regalamos un helado cubierto con masa de torta de arroz “mochi” (el helado se denomina “yukimi daifuku”).
En los torneos realizados en estas dos ciudades, en medio de los partidos, mi hijo, en cada “birdie”, se deboraba un bollo de arroz “onigiri”.
Y también hubo una comida que a mi hijo le gustó muchísimo basado en la caballa, el “yakisaba bento” (vianda de arroz y caballa asada) y el “shimesaba sushi” (sushi de caballa a la vinagreta). Como nunca ha disfrutado de estos dos platos basado en este pescado de mar.
Lo curioso de todo esto es que ambos platos de caballa no es usual ver en la comunidad nikkei de Brasil. En inglés el pez caballa se denomina mackerel y lo aprendimos enseguida pero hasta el día de hoy no sabemos cómo se dice en portugués. En Brasil en vez de la caballa asada usan el salmón chileno, por eso en épocas en que mi hijo estaba en Brasil ha comido miles de piezas de salmón, por decirlo de una manera. Llegué a pensar si en su vida anterior fue un oso por la forma en que comía el salmón. Sin embargo, en California le encantó indefectiblemente la caballa. El elemento en común entre el salmón chileno y la caballa es que ambos tienen un sabor bastante fuerte y grasoso.
En uno de los viajes mi hijo me dijo en un momento dado: “He decidido ir a una Universidad de California”. Preguntando sobre las razones me señala que en cualquier supermercado puede comprar obento de caballa asada y sushi de caballa a la vinagreta como así también puede ir a comer esos platos. Como padres, lo que piensa en un hijo es que ingrese a una Universidad donde haya buenos cursos de ingeniería o donde haya programas de golf, que sea un buen lugar para vivir o que haya un clima apto para entrenarse todo el año, que un estudio le pueda facilitar su ubicación laboral en el futuro o que sea un lugar de buen acceso en caso de que le pase algo, etc.; sin embargo, al parecer mi hijo ha elegido un lugar donde pueda comer caballa o sea “saba”.
Mi hijo maneja sin inconvenientes los idiomas portugués, japonés, inglés y castellano y tiene un carácter alegre y expresivo como un latino, será por eso que tiene buenos amigos en cada país. Creo que con un palo de golf podría vivir en cualquier parte del mundo. Sin embargo, para él la cultura culinaria es algo demasiado importante que es una condición que no puede ceder así porque sí. Aún siendo tan cosmopolita para él la alimentación viene del aroma de las algas marinas pasado a fuego “yakinori”, del arroz con “natto” (soja fermentada), del pescado fresco en trozos “sashimi”, del tempura de langostinos “ebiten” recién freídos y bien calientes, las reuniones familiares y fiestas en casa de los parientes de Brasil con los más diversos platos japoneses, anguila asada con salsa de soja en lata de conserva traído por amistades del Japón y los pollos asados en brochette “yakitori”, bollos de arroz “onigiri”, arrollado de arroz “makizushi” y fideos con sopa japonesa “udon”, entre algunos platos.
Siempre mi hijo me dice: ”En el high school de Florida no he podido degustar estos platos con sabores japoneses sencillos, por eso quiero ir a alguna Universidad de California donde pueda comer viandas de “yaki saba” y “shimesaba” y en los campos de golf donde pueda comer un sabroso bollo de arroz “onigiri” de salmón asado. Y cuando termine mis estudios quisiera ir a los torneos de Japón y Asia, pues la comida es muy rica y puedo sentirme más natural”.
Se podría decir sin exagerar que el “yakisaba bento” y el “shimesaba” han definido el futuro de mi hijo. Es un poco hasta gracioso pensar que él haya decidido su futuro en base a las preferencias de su estómago pero tal vez este tipo de decisiones claves en la vida se basan en esos criterios. No se puede subestimar la comida, la alimentación de uno, pues lo que a uno le gusta no engaña y es así. Considero que mi hijo ha optado un lugar y una forma de vida donde se pueda sentir sin restricciones y cómodo en base a los gustos de la comida. En las cuestiones cotidianas él actúa y piensa de manera muy occidental, muy brasileña por decirlo de una mnaera, pero en cuanto a la gastronomía parecería que sus raíces japonesas lo lleva muy dentro. Ha sido un verano en los Estados Unidos donde más que nunca me ha hecho ver y pensar sobre las raíces que tiene mi hijo.
© 2012 Satomi Takano Kitahara
La Favorita de Nima-kai
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