Las reuniones dominicales de la familia de Carolina Uechi invariablemente acaban versando sobre comida. Intercambian opiniones sobre platos y restaurantes, comparten hallazgos, celebran la buena mesa.
Un domingo alguien propuso abrir un restaurante. La idea prendió y la familia puso manos a la obra. Tenían lo más importante: la cocinera. Buscaron un local y encontraron uno que les gustó en la zona empresarial del centro de Lima. Sondearon el terreno y descubrieron que faltaba un restaurante de carne de primer nivel.
Carolina se había especializado en carnes y parrillas en los últimos años, así que tenían cómo cubrir el vacío. A fines de septiembre de 2012 nació La Cocina de Caro, un emprendimiento cien por ciento familiar.
A pesar del escaso tiempo que tiene atendiendo al público, la Cocina de Caro ha cumplido sus expectativas. Entre 12:30 y 2:30 de la tarde el local está lleno; en ese lapso superan el centenar de clientes. La zona es estratégica: abunda en empresas y organismos públicos.
Los Uechi no hicieron publicidad. Querían empezar poco a poco para ir mejorando en el camino. El público se lo ganaron gracias al boca a boca. Su gancho son los almuerzos ejecutivos –“platos gourmet caseros”, según Carolina– que cambian a diario.
Tras probarlos, los comensales se animan por las carnes Angus y las parrillas, la especialidad de la casa.
De la administración a la cocina
Carolina tardó en hallar su vocación. Estudiaba administración en la universidad, pero sin entusiasmo. No le gustaba la carrera y se tomaba las cosas con mucho relajo. Interrumpió sus estudios tras salir embarazada. Cuando su hijo cumplió seis meses, Carolina supo que tenía que ponerse las pilas cuando su papá le dijo: “Tienes que hacer algo”.
Eligió la gastronomía casi por descarte y para seguir los pasos de sus tías cocineras, de quienes admiraba no solo sus ricos platos, sino también el cariño que ponían en su preparación.
Le encantó la carrera. Aprendió cocina, pero también todo lo que conlleva manejar un restaurante: administración, marketing, idiomas, etc. La exigencia era mayor de la que había previsto, pero eso en vez de desalentarla la incentivó a estudiar con más ahínco.
Ahí se dio cuenta de lo importante que es hacer lo que manda el corazón. Lo pone en palabras: “El éxito gira alrededor de la pasión, del amor con que uno hace las cosas. Lo que sea que hagas, lo que tengas, ponle toda la pasión del mundo para que sea exitoso. No me considero una persona exitosa, para nada, pero sí soy feliz y estoy encaminada porque estoy haciendo las cosas con todo el gusto, toda la alegría y toda la pasión del mundo”.
País afortunado
Carolina afirma que el Perú es un país privilegiado por la abundancia y variedad de recursos con que lo ha dotado la naturaleza. “La tierra y el mar te botan todo para tener una riqueza de productos, esa materia prima que hace que al cliente le llegue un plato de primera. Tenemos suerte”, dice.
El auge de la cocina peruana no solo lo atribuye a los chefs mediáticos. Considera que los huariques también han jugado un rol valioso para valorizar nuestra comida. Le fascina conocer ese tipo de sitios, chiquitos y de perfil bajo, cuyo descubrimiento proporciona una alegría semejante a la de desenterrar un tesoro.
* Este artículo se publica gracias al convenio entre la Asociación Peruano Japonesa (APJ) y el Proyecto Discover Nikkei. Artículo publicado originalmente en la revista Kaikan Nº 74, y adaptado para Discover Nikkei.
© 2013 Texto: Asociación Peruano Japonesa; © 2013 Fotos: Asociación Peruano Japonesa / Álvaro Uematsu