Marisa Matsuda Matayoshi podría ser famosa por su humildad, pero en el campo de entrenamiento de béisbol y softbol, dos deportes hermanos, en el club AELU, en Lima, no hay quien no la conozca. Todos la saludan como si viviera en una permanente celebración por sus dos últimos logros personales: a inicios del 2019 recibió el distintivo Mujer y Deporte, otorgado por el Comité Olímpico Internacional (COI), por su trabajo como dirigente del sóftbol, y a fines del mismo año dio su mayor batazo: ser incluida en el Salón de la Fama de este deporte.
“Algo debemos estar haciendo bien”, dice Marisa, quien empezó a jugar sóftbol en el colegio La Unión, mientras sus hermanos hacían béisbol. Con ellos y sus primos jugaba ‘bata’, ese juego que se improvisaba en cualquier parque de Lima y que se parece tanto al softbol que ella lo usaba de referencia cuando iba a difundir este deporte en varias ciudades del país. En los ochenta, participó junto a la AELU en los interescolares y de ahí saltó a la selección.
“Jugábamos todo el día, desde que amanecía hasta la noche”, recuerda sentada en una tribuna viendo a los niños entrenar béisbol. En Perú, hay una división casi automática de estos deportes: béisbol para chicos, sóftbol para chicas, aunque en su rol de dirigente Marisa Matsuda ha logrado que más niños se interesen en este deporte. “En los últimos años hemos crecido mucho, antes no teníamos dónde entrenar y ahora vamos a volver al campo de la Videna (Villa Deportiva Nacional)”.
Marisa recuerda que cuando se dio la noticia de que Perú iba a organizar los Juegos Panamericanos, todos los directivos de las federaciones deportivas estaban felices. Ella lo tomó con preocupación porque sentía que necesitaban prepararse mucho, así que se puso a trabajar muy duro con la directiva para hacer un buen papel. Así pasaron de correr el riesgo de no participar a realizar un certamen decoroso que les ha valido para hacerse de un próximo torneo: el Mundial de Sóftbol Femenino sub-18 en el 2020, el primero que se da de esta categoría.
SIEMPRE EN EL CAMPO
Como jugadora y dirigente, el currículum de Marisa Matsuda tiene varias páginas de éxito. Ocho premios entre 1991 y 2016 (cuatro de ellos como Mejor Softbolista del Año), siete campeonatos en diferentes torneos representando a la AELU, ocho campeonatos sudamericanos (una medalla de plata y tres de bronce), tres panamericanos y dos juegos regionales muestran una vida dedicada al sóftbol. “A nivel de selección jugué entre 1985 y 2000, luego me retiré y volví a jugar del 2011 al 2014”.
Dejó la posición de pitcher para integrar la dirigencia en la AELU y la Federación Peruana desde el 2010 hasta la actualidad, siendo incluida como miembro de la comisión Mujer y Deporte de la Confederación de Béisbol y Softbol-División Softbol (WBSC-Softball Division), y de la Confederación Panamericana de Softbol (WBSC-Americas Softball). Además, fue vicepresidenta de la Confederación Sudamericana de Softbol y presidenta de la Federación Deportiva Peruana de Sóftbol, siendo en la actualidad su directora ejecutiva.
En todos eso años, cuenta Marisa, lo más difícil ha sido encontrar un lugar dónde poder entrenar. Hubo una época en que lo hacían en la Videna, luego en el campo deportivo El Olivar, en Jesús María, y también en la AELU, pero hubo una época en que debían buscar parques. Nada de esto la ha amilanado; al contrario, parece estar siempre al frente de la defensa de un deporte cuya promoción parece más trabajo social. “Hemos ido a Chincha para buscar nuevas jugadoras en los colegios y también en Chachapoyas, donde las chicas han adoptado el sóftbol como su deporte bandera”.
FAMA Y DIRIGENCIA
La inclusión en el Salón de la Fama de la Confederación Mundial de Béisbol y Sóftbol no sorprendió a Marisa Matsuda porque cada año se anuncia la lista de nuevos miembros, entre jugadores y dirigentes, propuesta por las federaciones. En esta selecta lista de 23 integrantes, anunciada en Sakai, Japón, figuraba su nombre entre los 249 miembros de 38 países alrededor del mundo. “El Perú ha sido un impulsor de este deporte en toda la región”, agrega la dirigente.
Ese impulso, que ha hecho que tres colegios de Villa María del Triunfo lo empiecen a practicar regularmente, que ha permitido que Perú tenga una selección masculina de sóftbol, con niños que desde chicos empiezan a familiarizarse con este deporte, y que ha llevado a varias seleccionadas a estudiar becadas en el extranjero, es la muestra del gran trabajo de la dirigencia de este deporte que aún se practica de forma amateur, pero que reclama un mayor protagonismo e inversión de parte del Estado. “Cuando vamos a distintas ciudades lo primero que nos dicen es que no tienen presupuesto”, cuenta Marisa.
Aun con todo eso, Marisa está orgullosa del trabajo que viene realizando la directiva que preside Vanessa Endo, agradecida por el apoyo permanente que recibe de la AELU y satisfecha con el rendimiento de las nuevas jugadoras (para el Mundial sub-18 que Perú organizará, el equipo femenino clasificó en quinto lugar, detrás de las potencias de la región). Más que una celebridad, Marisa es una dirigente que sigue demostrando gran sacrificio y compromiso por el equipo peruano, además de actitud. “Después de los Panamericanos fui la primera en aplaudir la organización, ese mismo reto tendremos para el Mundial”.
* Este artículo se publica gracias al convenio entre la Asociación Peruano Japonesa (APJ) y el Proyecto Discover Nikkei. Artículo publicado originalmente en la revista Kaikan Nº 122, y adaptado para Discover Nikkei.
© 2020 Texto y fotos: Asociación Peruano Japonesa
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